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Fábula de una noche de insomnio: Crónicas imposibles – «la cena de los idiotas»

 

Restaurante WOK objeto del relato (para situaros)

Hace unos días, paseabame yo por el barrio chino de Tokio (de nombre impronunciable, y por eso me lo callo), cuando me topé con una curiosa escena que paso a relataros a continuación.

Eran las 7 de la tarde, hora de cenar en el lejano oriente, y pasaba yo delante de un restaurante de esos que se llaman «Wok» (si, ya se que Wok es chino, y estoy hablando de Tokio, pero así fue. Era el barrio chino.), cuando al mirar a través de su inmensa cristalera me vi sorprendido por una especie de «Belen Viviente», me picó la curiosidad, y entré para ver el espectáculo desde más cerca.

Antes de entrar, vi que en la oferta del restaurante había tres clases de menú. Uno barato, uno intermedio y otro más caro, además de la consabida carta con platos pintorescos de diseño y precios también de tres tipos, caros, carísimos, y estratosféricos.

Pues bien, como digo, entré. Me senté en un oscuro rincón y, señalando la fotografía de una cerveza en un menú perdido que había olvidado por ahí, esperé, agudicé el oído y vi y oí lo siguiente.

 

En una mesa bastante central estaban sentados el Sr.Nikon, el Sr.Canon y el Sr.Sony. Todos habían pedido menú, pero eso si, de los tres posibles, el más caro. El Sr.Canon y el Sr.Nikon estaban enfrascados en una conversación subida de tono de la que pude oír claramente algunas frases. Era algo así: «que no, que no, y basta. Yo no pienso sacar la 5DMk3 hasta que tu no saques la D800, y que no me entere yo de que vas alborotando al personal con la falacia de que tienes preparada la D800 y también la D900. Eso es mentira podrida». También oí algo así: «yo no saco la D800 hasta que no me recupere del trauma de la Nikon 1. Hasta que no se haya situado bien en el mercado, no doy un paso más, y por cierto, a ver si espabilas y sacas tu sistema CSC, que al final te vas a quedar a dos velas», a lo que el otro le contestaba, «yo prefiero ver como tu te estrellas solito. «Eso de las CSC es una jilipollez compacta que no va a ir a  ningún sitio».

Mientras, el Sr.Sony no hablaba, pero miraba alternativamente a sus dos compañeros, con cara de sorpresa y una ligera y fina sonrisa oriental en sus labios, y pensaba, pensaba tan alto, que casi lo podía oír. Me pareció captar algo así: «vosotros ir tirandoos los trastos a la cabeza que yo, a la chita callando, iré dando pasitos e igual saco la Alfa 1000 FF antes que vosotros y me quedo con el personal, jilipollas, y con suerte hasta os vendo los sensores a los dos. Lo haré con aquellos sensores que tengan un mayor número de píxeles averiados, el rechazo de mi producción. Mientras, me consuelo con mis NEX y de paso, con mi NEX-7 o mi A77, os doy una patada allí donde más os duele y menos suena».

 

En un rinconcito, en una pequeña mesa para dos, situada casi en la puerta de los lavabos, estaba el Sr.Ricoh y el Sr.Pentax. Estos habían pedido un menú, el más barato, pero un menú para los dos, que compartían amablemente, que no están los tiempos como para derroche. El menú barato consistía en un plato combinado de un par de huevos fritos, con croquetas, ensalada, y patatas fritas. El Sr.Ricoh se sirvió los huevos, las croquetas y la mitad de las patatas, y el Sr.Pentax se quedó con la ensalada y la otra mitad de las patatas. Aquí, dado que yo estaba en una posición mucho más alejada, me costó mucho más oír de que iba la conversación. Solo alcancé a entender algo así, que el Sr.Ricoh le decía al Sr.Pentax: «lo vas anotando todo, eh, venga, no te pierdas nada, eh, que cuando lleguemos a casa lo pasamos todo a formato GXR, y nos ganamos el sueldo», a lo que el Sr.Pentax replicaba, «pero si yo, pero si yo, pero si tu me dejaras……..». El Sr.Ricoh, entonces, con cara de pocos amigos, le cortó bruscamente y casi le chilló: «calla jilipollas y anótalo todo, todo, y todo», de lo cual pude deducir claramente un par de cosas. Cosa 1: la palabra «jilipollas» tiene un valor muy significativo en japonés, al igual que en el resto de idiomas de mundo, y, cosa 2: la relación entre el Sr.Ricoh y el Sr.Pentax era poco menos que la de un mariscal de campo y su sufrido edecan.

 

En una mesa aparte, pero también bastante centrada, cenaba en solitario el Sr.Fuji. Este había pedido carta, y estaba degustando algunas exquisiteces de las gamas caras a carísimas. El hombre estaba solo, y como no estaba loco, no hablaba. Parecía que estaba resolviendo un crucigrama o un sudoku, pero no era así. Concentré mi atención y pude ver que, en un montón de servilletas de papel desplegadas por toda la mesa, no paraba de escribir frenéticamente unas extrañas siglas. Todas empezaban por «X», X100, X10, XS1, LX, XL, ZX, XZ y otras muchas combinaciones que no pude llegar a distinguir.

Llegué a la conclusión de que el solito estaba diseñando el «road map» de los próximos 5 siglos. Lo curioso es que cada vez que aparecía una nueva sigla en una servilleta de papel, la introducía en un tablet (Samsung, naturalmente) que tenía en un rincón, y el sofisticado aparatito respondía con una nueva barra en una especie de Power Point que tenía abierto cuyo gráfico adiviné que tenía el título de «business profits». Cada barra era más alta que la anterior.

 

En otra mesa, esta situada en un reservado, y también en solitario, cenaba el Sr.Leica. Este había pedido carta, y había seleccionado varios platos, todos de la gama estratosférica, y era servido por una docena de atentos camareros segundados por dos «geishas» de la gama más alta. Este señor, hablaba poco, solo con monosílabos, y por ello no pude captar más que algunas palabras sueltas y alguna frase inconexa. Palabras sueltas como «M10», «S3» y cosas así», y frases inconexas como «¿ CSC ? para que quiero yo un CSC» seguido de unas risitas convulsivas «ja, ja, ja…..».

 

En fin. Volviendo de nuevo al comedor principal, había otra mesa de dos. En ella estaban cenando el Sr.Olympus y el Sr.Panasonic (Lumix, para los amigos). Estos habían pedido también menú, uno caro y el otro barato. Supongo que ya sabréis cual para cual ¿no? Pues bien, aquí pude captar también algunos fragmentos sueltos de la conversación. Se decían algo así:

Sr.P: «jo macho, quien te ha visto y quien te ve. Que pasa, te vas a hacer el «hara-kiri» tu solito o te tenemos que ayudar un poco» Sr.O: «no me seas cruel, que yo lo invento todo, y tu no haces más que aprovecharme de mis desgracias» Sr.P: «son cosas de bussiness, muchacho, y así se escribe la historia» y Sr.P (otra vez): «por cierto, antes de autoextinguirse ¿ no se te habrá ocurrido alguna que otra brillante idea que quieras compartir conmigo antes de suicidarte ?», a lo que el Sr.O respondió con un amargo sollozo.

 

En otra mesa algo retirada pude distinguir a unos cuantos comensales más. Reconocí al Sr.Hassel, al Sr.Leaf y al Sr.Phase One. Había algunos más, pero no supe quienes eran. Eran bastantes, pero nadie decía ni media palabra. Se miraban entre ellos, y sobre todo, parecía que no se perdían detalle de lo que pasaba en la primera mesa, la que compartían los señores Nikon, Canon, y Sony. Todos comían lo mismo. Era una especie de sopa que sorbían elegantemente sin hacer el más mínimo ruido.

Naturalmente, el restaurante era propiedad del Sr.Samsung, de apellidos NX i-Funtion. Él, situado en una especie de altillo, vigilaba el trajín del restaurante e iba pensando: «si, si, vosotros ir haciendo planes, que yo os iré sirviendo y cobrando todos los platos (leáse componentes) que me encarguéis todos. Ya se sabe, a todo el mundo le gusta Samsung»

 

En ese momento, el mismísimo Sr.Samsung se apercibió de mi presencia y, como ya hacia un buen rato que tenía mi vaso de cerveza vacío, hizo un ligerísimo gesto con la mejilla izquierda hacia la pared que tenía cerca. De forma instantánea, de un par de hornacinas hasta entonces casi ocultas, aparecieron un par de serviles esbirros con apariencia de luchadores de «Sumo» en paro. Se me acercaron y me sugirieron cortésmente que, si no iba a hacer más consumición, era hora de retirarme. Ante la presencia a mis flancos de dos armarios roperos con cabeza, no pude declinar la invitación y salí del restaurante sin hacer ruido.

 

Así lo viví y así os lo he relatado.

 

Mis memorias:  Barcelona, a 4 de diciembre del 2011

 

adolfo

2 comentarios

    • No creo que fuera el D-76 de Kodak. Yo usaba productos Ilford. Lo que si puede haber sido era el baño de paro. Acido acetico en estado puro, con todos sus vapores, y un lavabo pequeño sin ventilación. Eso si que era un buen «chute».

      Que le vamos a hacer. Son (eran) «gajes del oficio», y «sarna con gusto, no pica (picaba)».

      Mucha salud.

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