La carrera por la velocidad se está convirtiendo en algo similar a la carrera por los Megapixels. Un verdadero sin sentido.
¿ Para que queremos más y más Mpixels, si luego no sabemos que hacer con ellos ? Pues algo parecido pasa con las tarjetas de memoria, que cada vez tienen que ser más rápidas. ¿ Tanta importancia puede tener unos cuantos segundos de más ?
En el mundo de los ordenadores se vive esta loca carrera desde hace ya muchos años. En mi opinión, y mirando las cosas con un poco de perspectiva, esta potencia cada vez mayor y mayor del «hardware» tiene como consecuencia inmediata que las aplicaciones que corren sobre ellas sean cada vez menos optimizadas y más pesadas, (también más potentes, pero eso parece que tiene menos importancia), y eso redunda en que los equipos se quedan obsoletos no por falta de capacidad sino por imposibilidad de ejecutar ágilmente las nuevas versiones de software cada vez más y más pesadas.
De todas maneras, crisis aparte, eso es lo que le va bien al sistema. Renovación y gasto continuo, sea o no necesario.
Bueno, ya vale de filosofías baratas y mañaneras.
Lo que de verdad os quería contar es que la reputada firma Lexar presenta nuevas tarjetas CompactFlash de su línea profesional, luciendo la rimbombate etiqueta de 1000X, lo que supone tasas de transferencia de 129 MB/s, que según asegura el artículo, es la más alta lograda hasta hoy.
Las presenta en capacidades de 16 hasta 128 GB.
Y para muestra un botón, bueno mejor una tabla con las velocidades efectivas funcionando con la Canon 1DMark IV. Naturalmente, como no podía ser de otra manera, la ganadora es la Lexar 1000X, faltaría más.
Nota tonta: si os fijáis en la tabla podréis ver que la diferencia en velocidad de la tarjeta más lenta a la tarjeta más rápida es solo de un 13%. Como logro tecnológico está muy bien, pero, que levante la mano el que no pueda soportar esa penalización en tiempo de espera. No seré yo, desde luego.
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