Michael Reichmann también se atreve con cámaras pequeñas. Hoy nos da su particular y singural versión de una toma de contacto con la Panasonic Lumix GM1.
Al hombre no se le ha ocurrido otra cosa que irse con ella (y otras muchos cacharros de todo tipo y alta gama) a su safari Antártico, y al final el artículo se convierte en una elegía a las cámaras con visor, o lo que es lo mismo, una condena endemoniada y diabólica a las cámaras que no lo tienen.
En un ambiente tan extremo, con una luminosidad tan radiante y difusa, simple y llanamente la pantalla LCD no se ve.
Adereza la cosa con algún que otro comentario también nada favorable a la ergonomía y manejo de la camarita. Vamos, que las manos de Michael no están hechas para cosas tan sencillas.
Oiga, es una opinión, con la que por cierto estoy totalmente de acuerdo, al menos en su primera parte. Ninguna cámara sin su visor, sea óptico, electrónico, o híbrido, y punto pelota.