Un pequeño (o no tan pequeño) jarro de agua fresquita es lo que nuestro querido dúo dinámico echa sobre la última supercompacta de Sony: la RX100 III al analizar a fondo el rendimiento de su objetivo – sensor.
Me quedan claras dos cosas:
1.- Que los milagros de compacidad ni siquiera Zeiss sabe como resolver.
2.- Que el software que hay dentro echa una mano en todo lo que puede antes de entregar la foto a la tarjeta de memoria, y no solo en los archivos JPG, sino también en los RAW, que llevan mucha precocina.
Copio aquí literalmente el breve apartado de conclusiones finales:
Zeiss Vario-Sonnar T* 8,8-25,7 mm f/1,8-2,8: conclusiones
Realizar un objetivo equivalente a un 24-70 mm con esos altos valores de luminosidad, para cubrir la nada despreciable diagonal del sensor de una pulgada y embutirlo en un barrilete retráctil para alojarlo en una cámara tan compacta como la Sony RX100 III, requiere valor de samurai, sentido de equilibrista, lentes aesféricas por doquier… y software. Mucho software. Aplicado sin piedad incluso a los archivos RAW, que deberían ser nativos.
A pesar de su alto nivel óptico, este Vario-Sonnar T* no puede ser considerada una óptica «pura», en el sentido que lo sería una óptica Leica-M, pero sobre la Sony RX100 III, a nivel de archivos finales JPEG ofrece los buenos resultado globales de imagen que esperan los exigentes usuarios de esta cámara compacta –con un PVPR del entorno de los 820 €– aunque esa imagen tenga mucho de «inventada cibernéticamente».
Pues eso. Seguramente es que lo que no puede ser, no puede ser, y además, es imposible.
Os pongo aquí los tres artículos de DSLR Magazine sobre esta maquinita.
Nota tonta: A pesar de eso, como compactabolsillerasiempreacompañante esta maquinita me sigue gustando.
Aún así esta sony promete maneras en calidad de imagen y portabilidad extrema.
Veremos las review de los primeros compradores.
A sabiendas de que resulta inevitable, creo que cada vez que un fabricante pone a disposición del consumidor la opción RAW en el menú, debería respetar la literalidad del compromiso adquirido. Que luego quieren incorporar un formato denominado Xraw (por llamarlo de alguna forma), estupendo, pero sin virtualizar la realidad y sobre todo sin llevarnos a engaño por una mera cuestión de márketing (y por ende, de prestaciones falseadas para colarnos un producto que en realidad no cubre las prestaciones voceadas sin pudor alguno).
Como me decía mi madre de pequeñito, con la verdad se va a todas partes. Cosa que parece que la industria de lo fotográfico parece dispuesta a no respetar, dentro de unos parámetros éticos razonables.
Yo mismo me transfugué de Canon a Nikon al ver el burdo papelón que la 5dmkIII ofrecía en sus supuestos RAWS a isos elevados. Más allá de las bondades de la competencia, ese detalle rompió en mi la confianza en la marca e hizo añicos mi fidelización. No puede salirles gratis, que nos prospocesen los archivos en crudo, en especial cuando nos acaban ofreciendo menor información o detalle del que probablemente el verdadero original nos brindaba, y mucho menos que tengan los santos coj…. de hacerlo a un público prosumer y profesional.
En el caso que nos ocupa y tratándose de un producto netamente doméstico y de consumo, el pecado en sí, es menor, pero sigue siendo pecado. Y lo es por que probablemente los fabricantes que son honestos se ven penalizados por la estrategia y en buena medida impulsa o genera una tendencia en la indústria que va en contra del consumidor y de ella misma.
Por eso y sobre todo por eso, en la era digital necesitamos contadores de pixeles que nos permitan evaluar el alcance de los pecados de cada propuesta comercial, recordando que actualmente cualquiera con unos mínimos conocimientos técnicos podría personarse en un juzgado y acreditar una querella por publicidad engañosa, y hacerlo con una base legal lo suficientemente sólida para provocar una más que posible retirada del producto (cuando menos para cambiar el packaging, manuales y sus especificaciones técnicas).
Desgraciadamente, hemos creado una sociedad donde los valores y principios de honestidad, no parecen afectarnos en la confianza final y nuestra percepción. De ahí una buena parte de mi perplejidad, ya no sólo en lo estrictamente comercial, ya que se extiende a lo político, financiero, espiritual, deportivo… entre un interminable etcétera.
Hay que despertar de este letargo, y utilizar el inmenso poder que tenemos como ciudadanos, como consumidores o como votantes…
Un saludo
Pd. Mil disculpas por el ladrillo, pero hay días en los que no puedo contener la mala leche acumulada contra los 100 listillos que creen tenernos hipnotizados y bajo control.