Paco Rocha publica hoy en DSLR Magazine un artículo nostálgico que titula: «Un Mundo de Plata IV – Yonki de aguja en ojo».
No os voy a hablar de él, solo os voy a comentar que me ha tocado en lo más hondo y se me ha soltado una lagrimita loca. Allí estaba la Olympus OM-1.
Con ella me inicié, tenía entonces 20 años, con ella jugué, con ella me divertí, con ella disfruté, y eso que tenía solo el 50mmF1,8. Un día, de excursión por Andorra, compre un 28mmF3,5, de una calidad soberbia. La diapos Velvia salían a rabiar. Me enamoré de la marca, siguió una OM-2, un 135mmF2,8, un 90F2 Macro, y un 35mmF2,8 (este no demasiado bueno). Y así seguimos hasta la época del autofoco. Olympus no siguió por ahí y luego simplemente desapareció.
Fue entonces (no recuerdo el año) cuando comparé Nikon y Canon y me pase a Canon, con una EOS 5 y un 28-70F2,8L muy bueno. También fui feliz, pero había pasado el encanto de la primera vez. Después, esperando la era digital, cambié el 28-70F2,8L por el recién aparecido 24-70F2,8L y ahí se iniciaron todas mis desdichas. El resto ya lo sabéis, y si no, la verdad es que no vale la pena saberlo.
Menos mal que entre medias y en un alarde de locura, una Hassel V y tres objetivos volvieron a hacerme feliz, tanto en unas prodigiosas diapos Velvia 6×6, como sobre todo en blanco y negro.
Ahora languidece en el fondo de un armario, y ni el recientísimo respaldo CFV 50c: Ftc 21-7-2014 la va a poder resucitar: 13.000 euros no son ninguna broma, tampoco lo es el factor de recorte pues me quedo sin angular, y yo soy paisajista, y sobre todo, a mis 60 añitos ya no me veo capaz de arrastrar por las montañas la bolsa Hassel con sus 9 kilitos de material.
Lo dicho, aunque el artículo no vaya de eso, me ha tocado la neurona nostálgica, y así lo explico a mis amigos.
¿ Sabéis de lo que me arrepiento un montón ? Pues de haber vendido todo el equipo Olympus. Por lo menos me debería haber quedado la OM-1, mi primera compañera, para tenerla ahora en una vitrina. Cosas de juventud.
Estas cámaras de película, sobre todo las más sencillas, tenían otra cosa ¿ no ? Algo así como el vinilo frente a los CD. No se como explicarlo.
Adolfo, yo también fui poseedor de una OM 2. Me extraña un poco la verdad, que cites el 90mm macro y no hagas ninguna referencia a su calidad, yo lo tuve y puedo decir que no tenía nada que envidiarle al Zeiss, miraba de tú a tú a su homónimo Leica, y sobrepasaba al Kiron que no es poca cosa (éste último lo tuve pero ya en versión Nikon).
Lástima que fué una entre otras tantas marcas que se quedaron en el camino al no poder pasar la frontera del autofoco ¨con papeles¨, algunas casi lo consiguieron, pero saltando la valla, lástima, quedaron heridas y fueron ¨devueltas en caliente¨.
Es verdad Nikol. El 90mm era extraordinario. Fue el último que compré y la verdad es que apenas tuve tiempo de disfrutarlo. Si hubiera sabido que un montón de años después saldría la Sony Alfa 7R, no hubiera vendido nada.
Tuve una OM2 plata y una OM2n negra. El flash de brazo desde donde disparaba, los zuiko…50mm… y unos hijosde…. nos robaron en casa. También se llevaron las fotos (aún en los carretes) de la boda de mi hermana pequeña 🙁 Era un mundo de canikon pero me decanté por una marca nueva… Años después me pasé al lado oscuro… y ahora tengo una D800 y un pastizal en cristales.
Comparto sentimiento, aunque mi primera y amada camara fue una pequeña Pentax mx. Todavia la tengo y a veces la cojo en la mano y juntos recordamos batallitas.
Adolfo, la Fuji Velvia salió en los 90′, supongo que te hartarías de tirar Agfachromes, Kodachromes, Ektachromes y hasta algún Perutz de oferta antes de provar la mítica Velvia.
Mi caso es parecido, empezando en los 80′ con una Olympus OM1n y una OM2n, después caería también una OM-4. La que más me gustaba de tacto (palanca de arrastre y disparo) fue la OM-1n. Tengo buen recuerdo de estas máquinas pero estoy muy lejos de mitificarlas: a la OM2n le fallaba el obturador (se ensuciaban los contactos del electroimán, creo) y la OM-4 también tuvo algún problemilla que otro.
Mi paso a Canon fue en las postrimerías de la época FD, con la abuela de las cámaras electrónicas modernas, la T90 (que también fallaba lo suyo). El motivo del cambio: los excelentes teles de fluorita de Canon. Al cambiar de montura a EF, seguí con Canon pero con cámaras de gama media como la 5, la 30 o las RT. En esa época tiraba más con la Pentax 645 que con las Canon, hasta que me pasé a digital con la 10D y otras cuantas cámaras digitales más hasta la fecha. Curiosamente he vuelto en parte a los orígenes, ya que utilizo habitualmente la Olympus E-M5 con los excelentes Zuiko y Panasonic de m4/3.
ProBar….
Ciertamente Ramón. Lo de la Velvia era para abreviar: Empecé con Perutz, después vino Agfa, después la Ektachrome, y al final Fuji, probé la Astia y la Provia, y al final, cuando salió la Velvia 100, me fui a por ella de cabeza. Jo, que tiempos. Llevaba los carretes a revelar a EGM (Barcelona) y los pedía sin montar. Luego, en casa, los montaba en marquitos de plástico Agfa y si eran de algún viaje mi mujer se encargaba de montar un reportaje coherente sobre una mesa de luz casera. Cuando nos parecía bien, las mirábamos con el proyector, y si la cosa nos gustaba, las etiquetaba en orden, hacía una lista en un pequeño PC de los primeros, de esos que funcionaban en MS-DOS con una pantalla amarilla, y a por la siguiente. Otros tiempos, si señor.
Yo soy olimpico OM-1n y OM2-n en mi cuarentena, aprovechando los precios de derribo de la 2ª mano y que sigo tirando algo de carrete blanco y negro. Son los mejores visores que he visto en una reflex 35mm, especialmente la OM-1n. De las ópticas 24/2, 35/2 y 50/1.4 solo puedo hablar maravillas y eso que tiro ISO400 a 800 para sacarle grano en el revelado. Nada que envidiar a mis Nikkormat y Fm2/FE2 de toda la vida.