De cuando no había fotómetros, pero si ayudas: culturilla histórica de Valentín Sama

¿ Quien ha dicho que no se puede viajar en el tiempo ? Hacia atrás seguro que si, y esta es una buena prueba.

Yo empecé en esto de la foto por la puerta grande, con una cámara de Formato Medio. La teníamos en casa, era una Rolleicord de dos objetivos, y mi padre, que tampoco es que fuera especialmente aficionado a la fotografía me la dejó a mi total responsabilidad en cuanto tuve el entendimiento suficiente como para no dejarla caer por ahí en cualquier sitio. No recuerdo la edad que tenía, pero desde luego no llegaba a los 10 años. Hablo de los años 60.

Mi padrino era un fotógrafo, de esos que había entonces y ya casi no quedan, con estudio fotográfico propio y tienda, donde los novios iban a hacerse las “fotos de boda”, o las felices parejas iban a inmortalizar a sus bástagos para mayor gloria de los abuelos, siempre en blanco y negro y con un “paspartú” de lo más barroco, vamos, como ahora, pero sin iPhone.

Yo me pasaba horas en su laboratorio, no solo viendo como positivaba, sino sobre todo como se pasaba horas y horas retocando negativos de 5×4” o más con un juego de pincelesa cual más fino y unas pócimas raras.

Supongo que ahí empezó todo.

Mis pinitos tomando fotos los hice con la Rolleicord y las chuletas que venían en la propia cámara o en los folletos de las películas.

Los pinitos de revelado, con resultados inicialmente catastróficos, los hice en el laboratorio de mi padrino, oliendo a ácido acético, como estaba mandado entonces.

Hablo de hace más de 40 años, y desde entonces, por mucho que me he empeñado, aún no he conseguido hacer ni una foto decente.

Por todo lo anterior me ha tocado la fibra sensible leer el artículo de culturilla histórica que publica hoy nuestro querido profe.

De cuando no había fotómetros, pero si ayudas