Pero como me van a mi estas cosas. Debe ser mi escondida vertiente “sado”, pero someter a tortura a unos estupendos cristalitos delante de una exigente Sony Alfa 7R es una cosa que me encanta y a mis años aún me pone a 100.
Algo de “sado” oculto debe tener también nuestro querido profe, pues no es otra cosa que una tortura, a la que somete a dos prestigiosos cristalitos, ambos manuales, pero con una separación en el tiempo de 45 años. Recordar que hace 45 años, la tecnología cristalera era muy otra, y el digital ni estaba ni se le esperaba.
Los reos de tortura han sido, en palabras de Valentín:
- El Leica Summicron-M es un diseño de 1969 (¡!) calculado para su empleo sobre película, y sin ningún tipo de corrección vía firmware. Todavía hoy es comercializado debido a sus nobles prestaciones (codificado a 6 bit).
- El Zeiss Loxia Planar T* 50 mm f/2 es de este mismo año 2014, calculado específicamente para el sensor digital de las Sony A7, A7R y A7S, y con importantes correcciones vía firmware y software, extensibles a los «RAW» en ACR.
Parece claro que debería haber un vencedor ¿ no ?. Pues ya veréis que la cosa no está ni mucho menos clara. El Loxia es más uniforme, pero es superado por el Leica casi a todos los diafragmas. ¿ Os imágináis si corrigiéramos el rendimiento del veterano como si fuera la inflación ?. Sopas con ondas le daría el Leica al Loxia, e incluso al Otus. En aquellos tiempos también se hacían cristalitos excelentes cum laude pata negra, vaya que si.
Todos los datos de la singular batalla en el potro de torturas de DSLR Magazine