Al bueno de Michael Reichmann parece que ahora le ha dado por la fotografía astronómica. Como persona inquieta que es confiesa que desde niño le ha gustado mirar el cielo, y ahora, como persona con posibles que también es, se ha comprado (eso dice, aunque no se si se las han dejado) unas “cosillas” y ha empezado a hacer fotos a las galaxias imagino que con el noble propósito de encontrar vida inteligente que pueda auxiliar a nuestro proceloso mundo en su inexorable camino a la extinción inmediata.
En serio, el artículo es ameno, y además de los comentarios, a mi me ha gustado la parafernalia asociada a todo el asunto con la descripción de todo tipo de artilugios para buscar y seguir objetos interestelares en las noches sin luna.
Oiga, para pasar un rato, no está mal, y si estáis “peleaos” con el inglés, el traductor Google, aunque en un idioma indio de espagueti western, ayuda muchísimo.
Michael se pierde en las estrellas
De acuerdo con todo, menos con el piso de tablones de madera que nos enseña en su artículo, la estabilidad del piso donde se apoya el trípode es tan importante como la del resto del equipo.
Interesantísimo artículo. A mí, como a Zas, también me ha chocado la tarima de tablones en la que descansa el trípode, aunque es de suponer que simplemente ha colocado el equipo ahí porque le pillaba a mano para hacer la foto ( o tal vez programa el equipo, se va a ver la tele o a descansar y nadie pisa la tarima)