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Robert Rodriguez: ensayo sobre creatividad y composición – no está mal si domináis el inglés.

Sería guapísimo darse un paseo por Yosemite ¿ no ?

Sería guapísimo darse un paseo por Yosemite ¿ no ?

Supongo que sería un sabio aquel que dijo que «las reglas están para saltárselas», me refiero a las reglas de composición en fotografía de las cuales se han escrito toneladas de libros cuando los libros pesaban y eran de papel.

Hoy, un fotógrafo que se llama Robert Rodríguez y que vive cerca del Valle de Hudson, en ese país del tercer mundo que no solo tiene los precios más baratos que aquí sino que además merece campañas de descuentos de la mayoría de los fabricantes, publica una especie de ensayo sobre creatividad, visión, luz, composición y arte que puede tener su interés, al menos como una visión personal.

Si os manejáis bien con el inglés, no os hará daño leerlo, pero si está peleados con él (como yo) tampoco os pasará nada si pasáis de largo.

El paisaje, la pintura, la creatividad, la visión, la interpretación, el instante y la magia según el bueno de Robert en Luminous-Landscape

Nota tonta del mensajero:

A pesar de que yo me defino continuamente como paisajista, pues es mi tipo de fotografía preferido, en realidad nunca o casi nunca he ido a buscar una foto de paisaje. Me explico.

Los paisajes idílicos están donde están, y casi nunca están (afortunadamente) a pie de carretera. Si has de montar una excursión de horas para llegar a pie a un sitio, normalmente escoges un día razonablemente soleado y estable. Después de unas cuantas horas de sendero, casi siempre subiendo y cargado como una mula, llegas al paisaje idílico porgamos que a mediodía. La luz es zenital, es muy posible que haga sol (hemos escogido un día bueno) así que la luz es durísima, y el cielo es totalmente azul, plano, sin nubes y sin el más mínimo interés. Es lo que hay. Montas el trípode e intentas hacer alguna foto digna. No salen. En todo caso haces algunas «postales de turista», pero ninguna imagen buena. Después comes, desandas lo andado, y a media tarde noche llegas a casa después de 6, 8, ó 10 horas de caminata con el único consuelo de haberlo intentado y por lo menos de haber disfrutado en el intento. Así son la mayoría de nuestras excursiones senderistas por mis queridas montañas.

Es muy difícil estar en el sitio adecuado al amanecer, al anochecer, o en situaciones en que la luz y el tiempo atmosférico hagan mucho más interesante al paisaje. Eso exige hacer noche en plena montaña e ir pertrechado con toneladas de material. Ni cuando era más joven me atreví y ahora ya «se me ha pasado el arroz». Por eso, cuando veo imágenes de otros fotógrafos, y no necesariamente de los grandes maestros, sino de otros aficionados como yo, las valoro aún más si cabe por reconocer el esfuerzo que supone haber estado allí esperando el momento adecuado para poder plasmarlo.

Yo lo sigo intentando siempre que puedo, pero por ahora seguiré utilizando para mi la coletilla de «fotógrafo mediocre de paisaje», pues creo que me define muy bien. Eso si, haciendo mis mediocridades, en medio de esos campos de dios y arropado por la liturgia de la toma, es como yo soy inmensamente feliz, independientemente del resultado. Y esas cosas no se pagan con dinero.

adolfo

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