
Nuestro insigne y egregio profesor Franz de Copenhague se revuelve inquieto allí donde esté pues este invento lleva claramente su impronta.
Hay ocasiones en que me faltan palabras. Esta es una.
Iker Morán también se ha quedado patidifuso
Nota tonta: como crítica mordaz si me vale.
Si ya es patetico ver a la peña con el palito de las narices haciendose autofotos (lo de selfies me repatea, la verdad) solo la simple idea de llegar a ver a alguien con semejante artefacto entre manos (nunca mejor dicho) hace que se me afloje la vejiga de la risa, por decirlo finamente.
Esto, y los «videos verticales», ya es para apretar a correr…
Les das la mano y se quedan con el brazo…
La idea es un poco zombi, me parto, premio al que tenga los hu…. de salir a la calle con esto.