El título espectacular ya sabéis que es solo para captar clientes, hacerme asquerosamente rico con la publicidad que no tengo y poder abrir por fin una sociedad offshore en Panamá o en cualquier otro sitio a traves de cualquiera de los infinitos prestigiosos e inmaculados gabinetes de abogados que aparecen en Google si consultas esta cuestión, pero en realidad solo quería poneros una pequeña nota sobre el cursillo que dio mi amigo Hugo Rodríguez sobre la reproducción de obras de arte en la escola MIRA y que al parecer tuvo mucho éxito.
El motivo de esta pequeña nota es llamar, una vez más, vuestra (nuestra) atención sobre la importancia de la gestión de color y un buen calibrado y sobre todo el considerar que nuestro ojo nos engaña cual político bellaco y nos hace atractivo aquello que no es real. Buena muestra del asunto es el ejemplo que pone el propio Hugo de un cuadro reproducido a las bravas junto al mismo perfectamente calibrado.
Yo el primero, y seguramente la mayoría de vosotros, os quedaríais sin dudarlo con la toma sin calibrar pues la buena parece mucho más desvaída, lavada y pastosa que la primera, sin embargo aquella es más falsa que una promesa de un político, tal como se puede ver en la segunda muestra que pone Hugo donde se compara la toma presuntamente buena (la que no gusta a nadie) con una referencia absoluta, y son talmente iguales.
El tema es realmente asombroso y vale la pena considerarlo. Al final no tendremos más remedio que acabar aprendiendo, aunque sean nociones, de todo este jaleo gestionadorcoloreante.
En cuanto los políticos de todos los colores se pongan de acuerdo y reformemos la Sacrosanta Constitución que Rajoy recibió directamente de Dios en la cima del monte Sinaí, sustituiremos su primer punto, ese que dice que España es Una, Grande y Libre y Unidad de Destino en lo Universal, por otro que diga que la Gestión de Color será asignatura obligatoria en todas las escuelas públicas, concertadas y privadas de nuestro país con un valor curricular 10 veces superior al de todas las demás asignaturas intranscendentes. ¿ Quien se apunta a la moción ? Todos ¿ no ? No esperaba menos de vosotros.
Adolfo, encantado de ver que consigo despertar tu curiosidad con estos temas.
Lo que comentas de la sorpresa que suele producir este efecto es algo completamente normal. Estamos acostumbrados a ver la realidad plasmada en nuestras fotografías siempre con un pequeño (o grande) extra de contraste, saturación y brillo. Ver en una fotografía la realidad exactamente como es, sin ese extra resulta, a primera vista, empastado.
Es normal, ya que siempre que hemos visto una fotografía, desde que nacimos, la hemos visto con esa «mejora». No estamos acostumbrados a ver la realidad exactamente como es, y generalmente no nos gusta.
Por cierto, y si con cuadros te parece que queda empastado, con retratos aún queda peor 😉
Pero en el mundo de la reproducción fiel, ese extra que generalmente nos gusta se convierte en un serio problema, puesto que no es difícil encontrar el modo para prescindir de él y conseguir esa reproducción fidedigna.
Además, una vez que se tiene el resultado se tiene que poder verificar lo bueno que es. Pero no no se trata de una cuestión de fe o de confianza, en plan: «como lo ha hecho ese fotógrafo que es tan bueno y que tiene ya años de experiencia con ese museo, entonces debe de estar muy bien».
No, es una cuestión de que la fidelidad se tiene que poder demostrar con datos y con hechos, por lo tanto incluir una carta de referencia en la propia imagen es una condición imprescindible.
¿Cómo se puede verificar si está bien, si no tenemos la obra original al lado ni tampoco una referencia?
Es sencillo: basta con cotejar como ha quedado reproducido esa carta de color en relación a su referencia absoluta…
Yo me dedico a la pintura y desde mi experiencia, si lo que se pretende es transmitir la misma impresion o sensación (subjetiva) de contraste y color, es necesario ese achuchón. Las obras pictoricas tienen un rango dinámico muy cortito, pero nuestra mente hace maravillas cuanto estas observando una en directo, no sucede lo mismo con la foto.
Siempre que fotografio una obra ya sea para publicarla o enviarsela a algún cliente, se lo doy y jamas nadie se ha quejado al ver el original, cosa que si sucede al reves.
Para mi, al final consiste es en transmitir las sensaciones mas cercanas posibles. Supongo que la foto «correcta» tiene mayor valor documental o de registro, pero en el mundo real es menos valida. Y creo que no es solo manía mia, no conozco no ningún colega que no se de.
Por cierto, el cuadrito es matador !!
Lo que si es bien jodido es iluminar correctamente obras de grandes dimensiones, más aún si tienen grandes areas con tintas planas. Muy jodido.
Cuanto menos sabía de colores más veía la vida de color rosa.
Ahora me asaltarán los demonios para preguntarme si mi carta de color está desequilibrada.