Cuando yo era joven y tenía oído era audiófilo, ya lo he explicado aquí más de una vez. Por mi edad asistí al nacimiento del CD y de toda la música en soporte digital. Después de muchos años de visitas a tiendas audiófilas y de multitud de audiciones llegué a la conclusión de que un buen disco de vinilo bien grabado y mejor prensado sonaba mejor que el mejor reproductor de CD siempre que se utilizara un equipo de campanillas para escucharlo. Después vino la compresión, el MP3 e internet y la cosa se degradó a los límites actuales. El mundo se dividió en dos mitades: los equipos de alta fidelidad de excepción (high end), en digital con los CD, SACD y DVD Audio por un lado y los giradiscos y cápsulas excepcionales de siempre por el otro, y el resto de equipos donde el calificativo de «alta fidelidad» es solo un adorno decorativo. Por tema precio, en el primero de esos mundos está el 1/1000 (seguramente mucho menos) de la humanidad, y en el otro mundo estamos todos los demás. En ese primer mundo nunca ha decaído, pero ahora parece que el vinilo tiene una segunda juventud y cada vez hay más oferta en el que sería ese «decadente» formato. No le ha pasado lo mismo al «casete», por ejemplo.
Ahora ya no tengo oído, me he borrado del mundo audiófilo y es un tema que desafortunadamente ya no debe preocuparme. Esa es una de las razones por las que ahora me centro en la fotografía, mi otra afición de siempre.
¿ Estará pasando lo mismo en el mundo de la película química ? ¿ Está teniendo una segunda juventud ? ¿ Es solo la ley del péndulo o hay algo más ahí detrás ? Igual que un buen vinilo se escucha mejor (más natural) que un buen CD ¿ una buena diapo o un buen negativo tiene algo que el soporte digital no puede dar ? No me atrevo a pronunciarme pues nunca me he considerado en posesión de ninguna verdad, pero aquí yo soy bastante más escéptico que en el mundo de la música, salvo si hablamos de técnicas antiguas en blanco y negro (colodión húmedo y cosas así), que esas tiene su encanto especial.
Bueno, y todo este rollo en plan introito seguramente prescindible no era más que para presentaros una procesadora de químicos que presentara la casa Jobo en Photokina y de la que nos cuenta cosas nuestro querido profe.
Este es el primer párrafo de su artículo y de él han salido esas profundas reflexiones filosóficas prescindibles con el que os acabo de dar la paliza. Fijaros en lo destacado en negrita.
Jobo, siempre será recordada entre los aficionados al laboratorio fotográfico como una firma interesada en ofrecerles buenas soluciones para el procesado de películas, a través de tanques, ampliadoras y accesorios varios. Ahora, tras unos años de veleidades en el campo de los accesorios digitales –forzada en parte por el bajón en la fotografía fotoquímica– Jobo vuelve “a lo suyo”, estimulada por la tendencia contraria: el crecimiento en el consumo de películas –en rollo y en hojas– así como un cierto estancamiento, con tendencia a la baja, en la adquisición de cámaras digitales. El producto más recientemente presentado al efecto –y que será mostrado por primera vez en esta casi inminente Photokina– es la procesadora CPE-3.
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