FullHD, 4K, 8K, 16K, 32K, 64K. Hasta 64 K, ni caso.
Aún tragándome mi orgullo de macho alfa me veo en la triste obligación de contaros que a Sony y a su familia Home Cinema 4K nativos basados en la tecnología Sony SXRD 4K les ha salido un competidor de la mano de la otrora firma patatera BenQ (y ahora no tanto, ni mucho menos), pues acaba de presentar un artilugio proyectante que se llama BenQ W11000 y que promete ser “la hostia” en patinete y además más barato que los Sony.
¿ Y por qué he empezado yo con ese introito tan pintoresco ? Pues simplemente porque a mi el asunto de los 4K se me ha quedado corto. He jurado por debajo de 16K no pienso ni inmutarme, pero reconozco que no todo el mundo es de mi opinión, así que voy a por mi Kodak Instamatic 100 para hacer unas cuantas obras maestras y ahí os dejo con este simple proyector 4K.
Era consciente de que hoy me he levantado con el pie izquierdo y estaba convencido que sería uno de esos días en que me atacaría el virus de la depre galopante, pero nunca imaginé que sería víctima de un ataque de surrealismo desquiciante, así que mejor me callo. Espero que sepáis disculparme. Voy a por un “nervocalm de 5 gramos”.
Ahora en serio: para emular las sensaciones de la ya desaparecida sesión de proyección de diapositivas en plan Velvia, suponiendo que el dinero no importara y que lo importante es la salud, ¿ qué preferiríais vosotros ? : un superproyector 4K de tres mil pares de narices o un supertelevisor 4k de tres mil pares de narices y de tres mil pares de pulgadas.
Yo no lo sé, pero sin conocimiento de causa y con la osadía que da la ignorancia (muy superior a la que da el conocimiento e infinitamente inferior a la que da la política), me parece que preferiría una tele bien grandota y bien calibrada.
Yo soy más de tele, digamos que es más funcional, o eso me parece.
El proyector sólo lo uso profesionalmente, aunque dicen que para juegos, es la bomba… pero es que yo, no juego. 🙂