Desde que se inventó Sonimag, cuando era la «Feria de la Imagen, el Sonido y la Electrónica», hasta que finalmente languideció hace pocos años reducida a su mínima expresión y desterrada al recinto de Fira2 en L’Hospitalet, creo que no me he perdido ninguna edición. A las primeras, cuando era yo un niño, recuerdo que íbamos con mi padre y mi principal ilusión era la parada que obligatoriamente hacíamos en la Plaza de Universo, un espacio abierto en medio de la Feria entre la Pza de España y la Fuente Luminosa de Montjuic, donde nos tomábamos un bocata de franckfurt con mucha mostaza y una cervecita.
Parte del protocolo de la feria era agenciarse lo antes posible una bolsa lo más grande posible para ir metiendo en ella catálogos, folletos y todo tipo de artilugios y abalorios que por entonces repartían en las ferias.
Llegando a casa, el placer de mirar los panfletos y «babear», si ya en aquel entonces, con aquellas cosas maravillosas que no estaban a nuestro alcance, era el obligado colofón de la feria en cada edición.
Han pasado muchos años desde entonces y también han pasado muchas cosas de la cual la más relevante ha sido la aparición de la Red de Redes que ha hecho prácticamente innecesario, no solo los panfletos, sino también las ferias, y por eso quedan muy pocas en el mundo que justifiquen el dispendio que tienen que hacer los expositores para mostrar unos productos que por otra parte ya todo el mundo conoce gracias a internet.
Pero los panfletos siguen existiendo, lo que pasa es que no son en papel, son e-panfletos, y por eso me ha hecho ilusión encontrar unos cuantos de ellos, esta vez de Fuji, que me han hecho evocar recuerdos de cuando era mucho más joven y tenía muchas más ilusiones.
Evocar esas cosas con un panfleto PDF delante del ordenata o mirando una tablet sentado en el sofá, solo puede emular parcialmente aquella sensación. Aquellos panfletos además olían a papel recién impreso y normalmente tenían una calidad de impresión soberbia. Los ordenatas y las tablets no huelen. Los fabricantes entonces se gastaban una pasta en esos panfletos que desaparecían a miles de los estands, y supongo que se lo cobraban en los precios de los productos anunciados. Ahora no se gastan nada en publicidad, sin embargo los productos son muy caros, o así lo percibimos la mayoría del pueblo llano. Multipliquemos cualquier precio por 166,386 y veremos el disparate en pesetas que cuesta cualquier cámara digital. Juro por lo más sagrado que los sueldos no han crecido tanto.
Bueno, y ya está bien de daros la paliza con batallitas de abuelete nostálgico. Ya me callo.
Fujistas y público inquieto en general, con estos cuatro panfletos podréis evocar tiempos pasados, que no voy a decir que fueron mejores, pero si distintos.
Lo he visto en Fuji Rumors