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El obturador mecánico de cortinilla como nunca lo habías visto hasta ahora, bueno, más o menos.

Pared de la cámara del espejo vista con microscopio, bueno, más o menos, bueno, vale, quizás me he pasado un poco.

Vale, quizás si que me he «pasao» un poco con la espectacularidad del título y la cosa no da «pa tanto».

La verdad es que después de ver el video han acudido a mi torturada cabezota dos ideas del tipo tonto:

  1. Ni «harto vino» me creo que una cosa aí pueda durar 500.000 disparos, ni siquiera la mitad de la mitad de la mitad.
  2. No me extraña que el sensor acabe con ataque de varicela. Semejante artilugio se desintegra un poco a cada disparo y las partículas desprendidas tienen avidez por el sensor y se van a vivir con él a la que nos descuidamos. Y esto nada tiene que ver con la cruel intemperie que también influye lo suyo en la expansión de la enfermedad.

¿ Os habéis preguntado alguna vez la maldad intrínseca del mecanismo DSLR ?

  • En el instante inicial todas las partículas que cual meteoritos microscópicos habitan en la cámara del espejo descansan en reposo en las paredes del mismo. Mientras, nosotros componemos y nos disponemos a apretar el botón de disparo.
  • En ese preciso momento se desencadenan una serie de operaciones que propician el cataclismo y el ataque viral varicélico es inminente e irrefrenable.
  • El espejo se levanta y agita cual mano de gigante a todas las partículas en reposo que revolotean sin control en la cámara del espejo.
  • En ese mismo instante se levanta la primera cortinilla metálica que microscópicamente se desintregra un poquillo y además hace saltar microgotas de lubricante cual spray maligno.
  • Ese caótico «plasma» se produce cuando el sensor está expuesto. Por él circula corriente y eso contribuye a atraer la «nebulosa micrometeorítica» desencadenada que irremediablemente acaba depositándose en el sensor.
  • Cuando la suerte está echada, la segunda cortinilla se cierra y el resultado es agravar lo causado por la primera costinilla.
  • Finalmente el espejo baja y alborota otra vez a las partículas que hayan quedado en el espejo que vuelve a depositarse en las paredes listas para organizar un nuevo caos al siguiente disparo.

No hay nada que hacer. La tragedia es inevitable.

El futuro no son las «mirrorless», que solo solucionan la mitad del problema (*), son las «mechanicsless». Amén, que quiere decir así sea.

Pero para ampliación de nota, es muy interesante que lo completéis con esto otro:

(*) Digo que las «mirrorles» contribuyen a resolver la mitad del problema, pero no es verdad. Las descaradas «mirrorless», y lo hacen todas, muestran entusiásticamente el sensor cuando se desmonta el objetivo, cosa incomprensible para mi desde el inicio de sus tiempos. Por lo menos las DSLR lo tapan con el obturador, y algo es algo. Es como si los fabricantes de «Toallas y Fairy» para limpiar sensores hubieran firmado un pacto oculto para hacernos comulgar con ruedas de molino y se empeñen en no solucionar un problema que la verdad tiene solución, y no es muy difícil. Un día os la explico.

adolfo

2 comentarios

  1. La solución, como ya en su día ( hace ya bastantes), no es ni mas ni menos que incorporar el mismo mecanismo de cierre del diafragma de los objetivos de las reflex.

  2. Hay más. Cualquier zoom que uses, cuanto más recorrido peor, cada vez que lo retraes o extiendes originas un vendaval interno que levantará y agitará todas las motas de fino polvo que se coló a lo largo del tiempo.

    Mi experiencia es que si cambias a menudo de objetivo, a los dos o tres meses quizá necesites pasar el hisopo por el sensor.

    Sin embargo hace muchos años que este problema está solucionado: Mi antidiluviana Panasonic G1 usada abusivamente con cambio de lentes en todas las condiciones a tiempo y a destiempo jamás ha necesitado una limpieza de sensor en ocho años… ocho años puede ser igual a tecnología obsoleta ¿Tan difícil es algo así para las demás marcas?

    Saludos.

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