No tengo la menor duda de que el asunto es gravísimo, pero tampoco tengo la menor duda de que la cosa ni es casual ni un olvido ni un error.
Después de la salvajada de las Torres Gemelas los más grandes «hackers» del mundo mundial, todos residentes en la NSA y la CIA en Trumplandia, crearon los más grandes y sofisticados virus informáticos destinados a espiar todo lo espiable. Sin duda también llegaron a un acuerdo con la propia Intel para crear una puerta secretísima y de «hardware puro» (toma ya) para llegar a las mismísimas tripas del sistema operativo y de allí poder espiar todo lo que les venga en gana en aras en su lucha «contra el mal». Pero ya se sabe, esas cosas al cabo del tiempo acaban sabiéndose y caen en manos de mafias y piratas del otro lado que sin duda se aprovecharán de la situación sacándole el mayor partido.
Es muy simple: el demonio existe, pero es un gandul. Simplemente se limitó en su día a inventar «el dinero» y desde entonces está partiéndose de risa dando botes por las calderas de Pedro Botero viendo la magnitud de su obra.
Nota tonta: semejante revelación me la ha echo una fuente muy fiable pero que siguiendo mi estricto código ético (que solo romperé bajo la amenaza de unos cuantos platos de lentejas) debe permanecer en el más estricto anonimato. Me declaro totalmente sobornable y, además, me vendo barato.