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Viva el grano: la Kodak T-Max P3200 ha renacido de sus cenizas y vuelve a habitar entre nosotros.

Bienvuelto seas, y que sea para bien.

Pues eso, el mago resucitador ha sido Kodak Alaris. Lo que ya no me atrevo a comentar, más que nada porque no tengo ni idea, es qué demonios o quien demonios es Kodak Alaris.

En cualquier caso, los amantes del granito argéntico en blanco y negro, aquel que proporcionaba esos fantásticos retratos en plan «cine negro», están de enhorabuena.

adolfo

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