Reanudo mi actividad, pero a cámara lenta, pues aún no he acabado con la movida del despacho, y lo hago con esta perversa noticia de un perverso becario de Sony que, amenazado con no prolongarle por 5 minutos más su contrato indefinido sin derecho a indemnización, se le ha ocurrido para hacer méritos la perversión de coger unos cuantos objetivos buenos de Canon de la serie L y de F4, adaptarlos con el adaptador Sigma MC-11 y montarlos sobre la nueva Sony A7 III.
Mucho se ha dicho y hablado sobre la calidad de objetivos adaptados a las Sony y yo en mi propia carne doy fe de que, por ejemplo, el EF 24-70F2,8L II «metaboneado» sobre la Alfa 7R da un resultado más que discreto, y eso a pesar de que el adaptador es simplemente «un agujero envuelto con electrónica».
Sin embargo, un vistazo rápido a esta galería me hace cambiar de opinión pues las muestras son de rechupete. ¿ Será que el agujero de Metabones se comporta peor que el agujero de Sigma ? No lo creo. Un agujero al fin y al cabo es solo un «trozo de vació», bueno, de vacío no, un trozo de aire con sus miles de partículas y micrometeoritos siempre presentes acechando al sensor, y eso es lo mismo para el Metabones que para el Sigma.
En fin, que si queréis acabar enloquecidos y ya de paso echarse en los dulces brazos de la nueva criatura de Sony, que sepáis que aquí encontraréis una más que buena argumentación.
Los veteranos objetivos sometidos a tortura han sido los EF 24-105mm F/4L IS USM, EF 17-40mm F/4L USM y EF 70-200mm F/4L USM.