Pues eso, la insufrible calor no perdona a nadie y enloquece al personal, incluso a los aguerridos chicarrones del norte inmunes a todo lo demás. No hay otro motivo más que la enajenación mental transitoria por colapso neuronal calorífico para que en Photolari se hayan planteado enfrentar, tal como ellos dicen: el móvil más potente contra la réflex más barata.
Debería haber conclusión, y si que la hay. La conclusión es que no hay conclusión, tal como podemos leer en sus párrafos finales.
Dicen esto:
Y el ganador es…
Nadie, no hay ganadores. Y es que esta batalla que hemos planteado desde Photolari no buscaba ganadores, es más bien un experimento para constatar que los fabricantes de teléfonos no se van a conformar con sustituir a las compactas baratas que hace unos años se vendían como churros.
Tampoco nos engañemos, hoy en día el que quiere una cámara de verdad busca algo más que calidad de imagen. Busca una ergonomía concreta, una manera de trabajar, un visor, una herramienta versátil, una autonomía como dios manda… cosas que un teléfono jamás podrá dar.
Pero ojo, porque las que sí pueden verse amenazadas por los nuevos smarphones fotográficos son, precisamente, estas réflex tan sencillas como la EOS 4000D, con sensores antiguos, visores justitos, pantallas reguleras y armadas con objetivos de una calidad más que discutible y sin estabilizar.
Igual los fabricantes deberían centrar sus esfuerzos en hacer cámaras que realmente marquen la diferencia con los móviles más allá de cosas como un zoom sencillito o las fotos a altas sensibilidades, dos limitaciones que los últimos smartphones ya han empezado a superar.
Y yo digo, padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Y Madre del Amor Hermoso, libéranos a todos de este insufrible cáliz y envíanos por 5 ºC menos y 20 puntos menos de humedad.
Que siga la fiesta, pero a la sombra y con un «tinto de verano», una clara, o un refresco (a gusto del consumidor) congelado en la mano.
- Pero que mala es «la calor»