No creáis que el pequeño número de artículos que estoy publicando estos días se debe a falta de dedicación por mi parte. Al contrario, me paso más horas de las habituales buscando cosas y navegando entre ofertas, ofertones, y descuentos asociados a esta costumbre bárbara (o sea extranjera) del Black Friday con extensión de dos meses que el comercio nos ha impuesto a todos.
Sin duda todos los columnistas de nuestro ramo están por las calles arrasando tiendas para hacerse con todo tipo de bienes y cachivaches dudosamente necesarios sin recordar aquello de que “no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita”. Nadie escribe ni publica nada y por eso yo, un vulgar corre, ve y dile, no encuentro nada que contaros.
Y digo yo una cosa: si los tenderos ofrecen ofertas y ofertones de productos actuales (no obsoletos ni pasados de moda) con importantes descuentos, ¿ es que acaso pierden dinero con ello ? No tiene ningún sentido que lo hagan, ¿no?, de lo cual puedo deducir que con los precios sin descuento simplemente nos toman el pelo.
Bueno, digo esto sin el más mínimo conocimiento de causa y sin tener colgado aquí en el despacho ningún título de Master del Universo en Marketing Empresarial ni ningún otro tipo de engaños, así que si algún economista de prestigio me lo explica le quedaré muy agradecido.
A pesar de todo lo que acabo de decir os confieso que yo tengo muy poquitas cosas, pero que necesito, anhelo y deseo un EF 24-70F2,8L III o un 24-70F4L IS II de campanillas y a pesar de mi extrema y perentoria necesidad nadie me lo hace ni ofrece, ni a precio de Black Friday, ni a precio de Ciber Monday, ni siquiera a precio de escándalo. Es una conspiración de los poderes fácticos contra mi, no puede der otra cosa, eso tiene que ser, eso es. ¿ Tan malo he sido que es eso lo que merezco ?