Pues nada, simplemente eso. Como diría Ferrán Adriá, se trata de la “deconstrucción” de un objetivo que hasta ese momento funcionaba muy bien reducido ahora a sus componentes esenciales que así, desparramados sobre una mesa, sirven para poco más que chatarra.
Y digo yo, tirando de mis masivos conocimientos de óptica cuántica, oiga, ya puestos, si a esa última lente la limamos un poco y la hacemos menos redondeada para alargar su distancia focal, no podríamos conseguir el anhelado 24-70F2,8 para DSLR.
Fijaros si os lo pongo fácil Sres. Fabricantes. Basta que diseñéis el más perfecto posible 24-70 para “mirrorless” y le cambiéis la lente trasera. Si no lo hacéis es solo para hacerme daño, y en ese caso debéis temerme. La venganza será terrible.
Como siempre, aprensivos, abstenerse: guantes, gorros, protector bucal, y al quirófano.