Y no solamente eso, sino que además le han concedido el premio de segundo nivel “Silver Award”.
Ahora mismo voy a escribir a las revistas Nature y The Lancet para que incluyan entre las secuelas y daños colaterales del COVID-19 el desorden neuronal permanente que produce en los analizadores de equipos fotográficos.
Efectivamente el “joio bicho” es decididamente “un mal bicho”.
Ante la magnitud de la tragedia guardaré un respetuoso minuto de silencio por los afectados y pasaré de puntillas sobre el asunto.
Yo ya he avisado y declino toda responsabilidad.