Era por poner algo.
Como casi todo hijo de vecino a mitad del siglo pasado yo tuve un padrino. Se llamaba Gabriel Blaya, era fotógrafo y tenía su estudio en la c/Creu Coberta 35 (antes Cruz Cubierta) de Barcelona. Allí me pasé yo horas y horas viendo como hacía las fotos a los novios y a los niños, como cargaba una inmensa cámara de placas y como se producía la magia del revelado del negativo y el positivado. Allí hice yo mi primeros pasos y revelé mis primeras fotos con una ampliadora que era más grande que yo.
Seguramente de ahí salió y de muy jovencito buena parte de mi afición y él también fue el responsable de que en mi casa entrara la primera cámara de fotos que fue una Rolleicord de dos objetivos y un fotómetro de Selenio, de los que iban sin pila. Como veis yo empecé a lo grande.
Murió de un infarto cuando yo era muy joven, tenía sobre los 12-15 años (no me acuerdo bien), pero uno de los recuerdos más vivos que tengo de él era verlo en el laboratorio sentado en una mesa de luz en plan atril y pasarse horas y horas retocando negativos, si, si, enormes negativos en blanco y negro que retocaba como si fueran copias. Nunca supe exactamente que hacía.
Otro recuerdo que también tengo, menos vivo pues lo hacía mucho menos frecuentemente, era colorear copias en blanco y negro. Por aquel entonces la fotografía en color aún estaba en mantillas y algunos novios se empeñaban en dar un poco de color a algunas fotos. Él se pasaba entonces otro buen montón de horas pintando las enormes copias de 30×40 ó 50×60 con unos colores muy pálidos que a mí no me gustaban nada mientras escuchaba en la radio canciones de Raphael, que ya existía entonces, y el Consultorio de la Señora Francis.
Pues todos esos recuerdos son los que me ha traído el artículo que acabo de leer y que ni siquiera mencionaría si no hubiera sido por eso.
Entenderé perfectamente que no paséis de aquí:
Qué maravilla de vídeo, y vaya comienzos los tuyos, ja ja. A lo grande! Yo también hice mis pinitos coloreando fotos en blanco y negro, con acuarelas. Lo bueno es que si no te gustaba el resultado, metías la foto debajo del grifo unos segundos y arreglao.