Esto del software es maravilloso: el fabricante del sistema operativo, actuando de omnipotente tirano, actualiza su sistema y todos los demás fabricantes deben correr tras de él actualizando todo los suyos para que sean compatibles pues si no se quedan en la calle.
Hubo un tiempo remoto, cuando las aceras aún eran seguras y no existían bólidos hiperlumínicos transitando impunemente por ellas, en que existió el concepto normalización. El mundo del software ha dinamitado ese concepto y ahora es una nube etérea que se disuelve paulatinamente sin que nadie se acuerde de ella.
Es como si una de nuestras queridas compañía eléctricas decidiera cambiar los enchufes de todas las casas y obligara a todos los fabricantes de cachivaches eléctricos a cambiar los suyos sopena de no vender un clavo nunca más.
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