Confieso, se y me reconozco a mi mismo como una anomalía. No me gusta Lightroom, ni los telefonillos, y las nubes solo las de algodón que se pueden fotografiar en el cielo, así que ya me perdonaréis si paso de puntillas sobre este portentoso prodigio que nos cuenta nuestro mago de cabecera del cual os he puesto el titular y este primer párrafo de su artículo.
Un secreto que pocos conocen es que es posible utilizar el servicio en la nube sin agotar nunca los pocos GB que tenemos. Es decir, podemos tener todas las fotografías de nuestro catálogo en el móvil sin ocupar espacio alguno. Y hacer todo lo que queramos con ellas.
Y ahora ya, con la conciencia descargada y la satisfacción del deber cumplido, me voy a por mí café con leche matutino y me pondré a pensar que por qué habré salido tan raro. ¿Habrán tenido algo que ver mis queridísimo Hermanos Maristas en mi más tierna infancia?
Con todos ustedes, Lightroom, la nube y el telefonillo.