Es verdad, el título me ha salido un tanto soso, y también es verdad que no refleja ni mi entusiasmo ni me creatividad habitual (toma ya), pero es que a mí los telefonillos ya sabéis que no me motivan demasiado, digamos que la música militar no me sabe levantar.
Esta mañana me tocaba paseo, y con mi mujer hemos salido a hacer los 10 Km que solemos hacer un día a la semana para por lo menos mover las piernas. Nos hemos cruzado con poca gente, los había que llevaban la mascarilla, unos bien puesta y otros no, y también había que no la llevaban en absoluto. Eso si, me he sentido, nos hemos sentido como un perro verde pues hemos sido los únicos caminantes que no llevábamos el telefonillo desenfundado en la mano, en la nariz, en la oreja o en la boca. Soy una anomalía, soy un marginado, somos unos marginados, pero estamos muy cómodos así.
En el mundo hay personas sobresalientes (poquísimas) y personas del montón (todos los demás). Las sobresalientes son las que tiran del mundo (para bien o para no tan bien) y hay que reconocer que el malogrado Steve Jobs, cuando se le ocurrió inventar el Smartphone, cambió el mudo para siempre. Al Cesar lo que es del Cesar. No podía ser que la gente se sintiera feliz llevando en el bolsillo un Nokia 3210 con su pantallita en blanco y negro de 84×48 pixels, y a partir de entonces nadie lo fue.
Frikis de estos asuntos, razón en: