Hace ya unos cuantos años convencí a dos buenos amigos míos para que se agenciaran una Sony Alfa 7R recién salida y así lo hicieron. Uno lo hizo para aprovechar con adaptador toda su antigua cristalería Canon FD, y aún sigue siendo mi amigo. El otro compró con la cámara el objetivo puesto hoy en cuestión, y aún no entiendo por qué sigue siendo mi amigo.
Miramos las primeras fotos que hizo y, hombre, no estaban mal pero el rendimiento no era lo que se esperaba de un Carl Zeiss genuino, aunque su precio rondando “solo” los mil euros ya nos podía haber puesto bajo sospecha.
Posteriormente fueron saliendo diferentes análisis del citado objetivo y realmente nuestras peores sospechas se confirmaron. Ninguno lo calificaba de pata negra y los aplausos, si los hubo, fueron claramente muy tibios y solo procedentes de la claque. Ciertamente el Sr.CarlZeiss no puso sus mejores mimbres en él o quizás es que empezaba ya la decadencia que dura hasta hoy.
Lo cierto es que hoy Germán lo prueba y nos cuenta la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad. Pero Germán es una persona muy correcta y educada así que no esperéis ver en sus conclusiones ni sapos y culebras, ni aceitosas hogueras medievales, ni sangrientas katanas estilo Kill Bill.
Si yo tuviera que hacer, ya sabéis, bajo la amenaza de una tortura insufrible, un resumen ejecutivo pondría algo así:
- Por encima del aprobado, pero por los pelos, por debajo del notable, pero por un mundo.
Y ya está. Ahora, lectores entre líneas, razón aquí:
Lo dicho, tengo amigos que no me los merezco. Los llevo por el camino de la perdición y aún siguen siéndolo.
Nota al margen: incluso por 700 dólares, yo que tu me lo pensaría, forastero.