Esto es la historia de una tomadura de pelo. No hay más, pero tampoco menos.
Introito 1:
Como habéis podido ver en el vídeo, Gordon Laing, editor de la web Camera Labs, ha tenido la oportunidad de tener un «encuentro» con una unidad de preproducción de la Canon EOS R3, comprobar que la cámara existe de verdad y ver su cuerpo (y mostrarlo) con todo detalle.
Corolario 1:
Si hubiera sido yo el afortunado mi excitación hubiera sido máxima y la ilusión por tener entre las manos un artilugio que probablemente marcará un antes y un después en el obsoleto mundo sensorial del Sr.Canon no hubiera tenido límites.
Introito 2:
Eso sí, no le permitieron cogerla en las manos, ni quitar la tapa del objetivo para ver el sensor, ni tampoco podía encenderla, muy probablemente porque todavía no era un modelo funcional.
Corolario 2:
Si hubiera sido yo el vilipendiado hubiera enviado al Sr.Canon allí donde se merece estar y de donde nunca hubiera debido salir. Toda su familia hubiera pasado por mi incrédula segunda neurona y el grito desgarrador se hubiera oído en varios continentes. Decir que sapos y culebras es lo que habría salido de mi boca es ser extremadamente piadoso y quedarse infinitamente corto.
Moraleja:
No me lo puedo creer.
Otrosi: hay veces, muy pocas, en que la utilización del «bate de beisbol» está plenamente justificada, pero no contra la cámara, que ella no tiene la culpa, sino contra el anfitrión y patrocinador de esta tomadura de pelo.
El “suertudo” fotógrafo ha sido Gordon Laing, editor de la web Camera Labs, y en este momento estoy seguro de que es Sony o Nikon ambassador, como mínimo.
Como estoy convencido de que aún no lo creéis, podéis mirar aquí.