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Así empezó todo, más o menos.
Juro por las cabezas cortadas clavadas en picas y expuestas en el paseo de Recoletos de todos nuestros políticos pasados presentes y futuros que en cuanto haga mi primera foto que merezca la pena ser impresa como una “fine print” (que decía el abuelo Ansel), me iré a casa de Hugo Rodríguez y en sus manos encomendaré mi espíritu y mi fichero.
Entre tanto, estos consejos de Fernando Sánchez nos vendrán muy bien a todos.