– alegoría –
Antes una lente o un objetivo eran solo una lente o un objetivo. Ahora es una lente o un objetivo más un software de corrección. Todas las cámaras modernas lo llevan y los reveladores también.
Ante esta realidad tan presente en nuestras vidas como la COVID, ¿qué deben hacer los probadores de objetivos?: ¿presentarnos los resultados a pelo prescindiendo de las correcciones de software o hacerlo con ellas aplicadas?
Lo cierto y verdad es que los objetivos antiguos se hacían afinando al máximo todas sus características para obtener un rendimiento global óptimo, pero ahora se hacen optimizando en el vidrio solo unos aspectos y confiando que los bits hagan el resto. La idea, naturalmente, es conseguir un resultado global mejor, e incluso una fabricación más sencilla y por lo tanto más barata. El concepto ya existía hace mucho tiempo y se llamaba «cocina», ¿os acordáis?
Por ello los amazónicos chic@s de Dpreview han decidido cambiar su método de medida y presentar los resultados con las correcciones aplicadas pues entienden que es así como los usuarios obtienen sus imágenes.
Y a mí me parece bien, que queréis que os diga. Germán Pierre ya lo comenta ahora en todos sus análisis de objetivo modernos.
Nota impertinente: si en cualquiera de mis obsoletos objetivos EF, al aplicar corrección de lente, aumenta la nitidez al doble sin ningún tipo de “poltergueist” asociado, me apunto ahora mismo, y con entusiasmo.
Puedo prometer y prometo que si algún tipo de cataclismo cósmico da como resultado que caiga en mis manos una tarjeta Black o un cheque en blanco firmado por alguno de los amigos de nuestro Rey Demérito, lo primero que haré es presentarme en la puerta de Casanovafoto para renovar todo mi equipo y pasarme de una puñetera vez a “mirrorless”, y si queda algo cambiaré también el coche por uno a pilas e iré a la Pza de St.Jaume a enseñárselo a la Colau para que se ponga contenta. Prometido queda.
