Hace hoy 53 años (yo tenía 15) estaba delante de una tele de entonces, un cubo de madera lleno de válvulas, con los ojos bien abiertos y viendo narrar a un emocionadísimo Jesus Hermida el famoso pisotón de Neil Alden Armstrong en una bola espacial que no era nuestra Tierra. Fue realmente emocionante, fue especial.
Mucho más especial fue enterarme bastante después de que semejante proeza (para la época lo fue) fue hecha con el microprocesador Intel 4004 de 4 bits y a una memoria RAM de 16K. Entonces se programaba en bajo nivel (assembler) y los programas era ultraefectivos.
El que crea que lo de la Luna fue un cuento que envíe un haz laser y a ver qué piensa cuando los espejos que depositaron allí los astronautas se lo devuelvan al cabo de 2 segundos.
Jo, yo, en mi santa inocencia pensaba que había venido al mundo (más o menos) con la llegada del hombre a la Luna y que me iría con la llegada del hombre a Marte. No será así, pero supongo que si me iré con la primera colonia estable en la Luna. Ya veremos. Todo depende de lo cerca que me vigile Murphy y de las sorpresas que me tenga preparadas.
Y este aparente artículo homenajeatorio en realidad encierra un colosal desafío para el telespectador.
¿Por qué habré escrito yo esto al ver la nota que ha preparado nuestro californiano favorito?
Nota tonta: en aquellos años mozos me debatía entre ser médico o ser ingeniero. Lo creáis o no, pensé que lo mío era la ingeniería. ¿Por qué?: porque soportaría ser un ingeniero mediocre, pero nunca hubiera soportado ser un médico mediocre. Ya veis que mi autoestima y la confianza en mi mismo viene de lejos.