Comprendo que a cualquier habitante del Valle de Guadalquivir esto le hará mucha gracia, pero a mí me ha desquiciado. Esta noche el termómetro en mi dormitorio no ha bajado de 30ºC y eso es algo que yo no recuerdo en toda mi vida. Afortunadamente la humedad no ha subido del 50% y eso ha posibilitado que ahora mismo pueda estar tecleando delante del ordenata.
Asumido ya que el mundo ha cambiado para peor y ya no volverá atrás, me voy a ver en la obligación de vender mi piso de Barcelona y con la inmensa fortuna que ingresaré, que quedará en infinitamente menos después de pagar los impuestos a Sanchez/Aragonés y la plusvalía a la Colau, agenciarme un chalet adosado en tierras más propicias.
La decisión que me tortura ahora es escoger entre Cabo Norte en Noruega (Nordkapplatået) o Cabo Froward, en Chile. El primero está más cerca de mis raíces, pero hablan raro o como máximo brexit-barbaro, y en el segundo hablan normal, pero son menos civilizados.
Entre tanto resuelvo esta peluda cuestión os martirizo con lo único que he encontrado por ahora para contaros y es este experimento fresneliano en que un alegre y entusiasta YouinfluencerTuber juega a que la profundidad de campo tenga el grosor de una lámina recién planchada. Hacer eso co “la calor” que hace, tiene un mérito inconmensurable.
Pasen y vean Señoras y Señores, Damas y Caballeros asombraos y regocijaos con este retablo de las maravillas.
El making of y todo lo demás lo encontraréis aquí, pero solo si habéis sobrevivido a esta noche.
Nota tonta: ¿os habéis dado cuenta de que todos los YouTubers con vocación de “influencers” son alegres y rebosan entusiasmo y vitalidad? Esa es una, y solo una de las razones por las que yo nunca podré ser un YouTuber y mucho menos un “influencer”. Amén.