¿Vamos directos a una Guerra Civil Mundial?

Tic-Tac, Tic-Tac, Tic Tac, y pum.

Todo el mundo conoce este reloj, es el que antes se llamaba de La Puerta del Sol y ahora es propiedad exclusiva de la Reina Isabel de todas las Españas y se llama Reloj Real de la Reina Isabel de todas las Españas, pero eso ni viene al caso, lo importante es la hora que marca.

Esta noche, harto de no poder dormir y empapado en mi propio sudor me he puesto en la cama mirando al techo con el ventilador pegado a la oreja. En ese mismo momento no ha sido mi Querida Madre del Amor Hermoso la que se me ha aparecido, ha sido el Dios Cronos y me ha mostrado la imagen ilustrativa que os pongo aquí al lado. Entonces, con la potente voz de un Dios y la insuperable entonación de Marcos Munstock me ha dicho: en verdad en verdad te digo que este es el tiempo que le queda a la humanidad hasta su extinción, pero no pienses que las 12 horas suponen los 15.000 años de evolución del Universo. Mi padre Urano y mi madre Gea me han enseñado a resetearlo y yo lo hice en el año 1.900 de vuestra era. Así pues las 12 horas representan solo el intervalo de tiempo desde el 1.900 a vuestro inexorable final.

Ostras, yo pensé que para ser un mensaje apocalíptico era un poco demasiado largo, pero tampoco es cuestión de meterse con un Dios, así que no dije nada.

Entonces, con la misma voz y entonación miró su reloj, otro reloj, y me dijo: cáspita, se me hace tarde, tengo una reunión ahora mismo en el inframundo, dicho lo cual se desvaneció y desapareció,

Entonces yo, aún más empapado de sudor empecé a pensar: Rusia y Europa, China y Taiwan, Israel y Palestina, Japón pidiendo la bomba atómica, y EEUU mirándolo todo y haciendo negocio. Ya solo falta algún conflicto gordo en Oriente Medio.

¿Y todo eso como acabará?, pues nadie lo sabe, al menos yo no lo sé, pero en el techo de la habitación me ha parecido apreciar imágenes de una guerra civil mundial donde todos vamos contra todos. Con la que está cayendo, con «el sistema» fijando precios al ritmo enloquecido de unas reglas económicas que yo he entendido nunca, la gente está al borde de organizar una revuelta general y universal. No sé, igual ha sido una alucinación provocada por “la calor” aderezada por mi proverbial optimismo natural, pero yo lo he visto bastante claro. Antes se decía que las revoluciones empiezan en las cocinas, ahora se diría que las revoluciones empiezan en las neceras, y estas cada día están más vacias, amén de que mantenerlas funcionando cuesta un «arbitraio potosí»

No sé, a mi me parece claro que vamos al desastre, pero como no soy un experto no me atrevo a postular. Lo que si tengo claro es que esto no hay más que dos maneras de arreglarlo, y las dos son altamente improbables:

• La primera manera, muy improbable, es que el Mars Curiosity que ya lleva 10 años deambulando por el planeta rojo encuentre un marciano sabio que se avenga a intervenir y ponernos en orden. También podría ser que lo encontrara el helicóptero del Mars Perseverance que lleva mucho menos tiempo, pero por ahora ninguna ha dado indicios y estoy a punto de perder la esperanza.
• La segunda manera es que Dios, que todo lo sabe y todo lo ve, nos eche una mano. Pero a lo largo de los siglos está claro que este señor, señora o lo que sea está muy ocupado y no nos puede prestar atención. Lo comprendo: con el multiverso tiene que ocuparse de infinitos universos, cada uno de ellos con infinitas galaxias y estrellas. ¿Qué le va a importar el Él, Ella, o Éllo que en un remoto rincón de esos infinitos universos haya una galaxia mediocre en uno de cuyos brazos espirales orbita un sol de lo más vulgar que tiene un tercer planeta con una especie que pudo haber sido y no fue y que ahora está a punto de desaparecer. Nada, ¿no? pues eso.

Total, que no tenemos remedio ni solución. la suerte (la mala suerte) está echada.

En fin, que pase lo que pase y pase cuando pase, estoy muy orgulloso de haber tenido un Blog que ha sido seguido por un diminuto puñado de fieles que han sabido valorar lo poco que yo he representado en la inmensa Red de Redes. Amén.

Mucha salud para todos.

Adolfo.

No me hagáis caso, es “la calor”