Para no restar ni un ápice de emoción o sorpresa al asunto no voy a dar ninguna pista sobre ello y como imagen ilustrativa os pondré solo al insigne profesor que parece haber inspirado la idea, eso si, después de permanecer en la intemperie y a pleno sol no menos de media hora: ebullición y colapso neuronal garantizado.
En este enlace es probable que no entendáis nada, pero con mirar los dibujitos basta.
Que mala es “la calor”