Y yo, en lugar de contaros eso os contaré una historia muy reciente.
El día 1 de enero el Concierto de Año Nuevo desde Viena lo retransmitió televisión española en HD por TVE1 y en 4K HDR por su canal en pruebas en todas las capitales españolas.
En los dos canales la definición era muy buena y era difícil distinguir a ciegas si estabas en HD o en 4K. Ahora bien, el color, la saturación, el contraste eran muy diferentes. En HD todo se veía muy bien, muy natural, y muy agradable. En 4K todo se veía como un cromo al más puro estilo Ken Rockwell.
Me pasé un buen rato ajustando los parámetros de usuario en 4K para que la imagen se pareciera a la de HD. Conseguí igualarlas bastante, pero no del todo. Aún así la imagen 4K me siguió pareciendo más artificial y daba una sensación de irrealidad para el escenario de la famosa y dorada sala de conciertos. No me gustó nada.
Además, el sonido era mejor en HD que en 4K, y eso que yo tengo una barra de sonido con conexión óptica que suena bastante bien.
Total, que después de pasarme un buen rato y perderme un buen trozo de concierto tocando botones, acabé viendo el final en HD.
Moraleja: no la tengo, pero si para ver algo en 4K HDR se necesita un manual de 1.000 páginas para configurar adecuadamente las teles, me temo que no va a ser un “best seller”
Nota tonta: ya os conté que hace tiempo vi la serie “La casa del Dragón” en HBO Max en 4K y HDR. Seguramente por una cuestión de configuración no me gustó nada. La imagen contenía todos los tonos posibles, tanto que no había ningún negro profundo ni tampoco un blanco quemado, pero la sensación era la de una imagen tremendamente suave y “lavada”, era un asco. Seguro que era cosa de configuración y diálogo entre la plataforma y la tele.
Hay que darle unas vueltas más al HDR y muchisimas más al usuario. Si no, la cosa no funcionará.
Bueno, ahora que ya me he quedado descansado, ya podéis entrar y mirar asombrados los prodigios y maravillas que os puede proporcionar el HDR.