Al segundo palabro que ha pronunciado el bueno Kevin Fickling al presentarnos su completísimo laboratorio de procesado peliculero me he desconectado. El hombre no solo habla en bárbaro, sino que es de esos que habla en bárbaro2 con un paquete de chicles y piedras en la boca. El cielo confunda al que inventó la confusión de lenguas en la Torre de Babel para que los humanos nunca pudieran alcanzar el mismo nivel de soberbia que el Dios del antiguo testamento.
Pero no es de eso de lo que os quería hablar.
Quería aprovechar la ocasión para preguntaros que os parece que en un purista proceso de revelado químico se aborte esa pureza en medio y se someta al negativo a un escaneo digital para continuar con el proceso de retoque y posible impresión al más puro estilo digital.
Me estoy refiriendo, claro está, a la foto en blanco y negro. El proceso químico de punta a rabo en color solo está al alcance de unos pocos masoquistas que pueden enloquecer en el camino. Ahí si veo totalmente justificado el digital.
Pero en blanco y negro, ¿no tiene mucho más encanto acabar el proceso haciendo pases mágicos bajo la luz de una ampliadora con un cabezal multigrado y un buen papel baritado debajo? Ostras, yo disfrutaba como un enano cuando lo hacía. Tenía, y aún tengo una Meopta 6 con cabezal multigrado y dos objetivos Schneider Kreuznach, uno para 35mm y otro para 6×6.
Vale, el proceso digital es mucho más versátil, flexible y potente. Además para conservación de las imágenes no tiene rival, pero le falta algo. No huele a vinagre.
¿Que opináis vosotros?
Todo me parece bien, que cada uno haga como quiera, por mi parte hago lo uno y lo otro. Acabo de reproducir unos materiales de un archivo público, los negativos tienen unos ochenta años, mejor escanearlos o fotografiarlos que someterlos al riesgo de un uso en ampliadora, que tampoco me dejarían hacer supongo.