
Una verdadera joya.
Se lo diré al Rey Demérito a ver si alguno de sus generososo amigos la compra y se la regala para que pueda vivir ahí en una tienda Quechua sin molestar a nadie.
Estoy seguro que habrá que rodearla de policías antidisturbios y de francotiradores de élite para que los visitantes no la dejemos como un estercolero en poco tiempo. Así es la raza humana.
Cuarenta metros, sin olas y aislada: una de las playas más pequeñas de mundo está en un pueblo de Asturias
Nota desquiciada por «la calor»:
Me la compro, me la llevo a Benasque, la pongo en Senarta, cobro entrada y en un verano ya me puedo transfugar a mirrorless.