Por Luis Arguelles (La Cámara de Wetzlar). La tengo al lado del teclado. Hace casi treinta años que la Leica Mini está en casa y es para mi una cámara tan asumida e interiorizada como herramienta fotográfica que me cuesta trabajo saber por dónde empezar este artículo.
Plástico y un Elmar 35mm f3,5
Pequeñita, toda de plástico por fuera, se diría que no lleva huesos, si se nos permite jugar con las palabras de Juan Ramón Jiménez. Plástico por fuera, casi todo plástico por dentro, pero ahí, justo en el eje óptico de la cámara está un maravilloso Leica Elmar 35mm f3,5 de cuatro elementos de puro vidrio alemán en tres grupos que prácticamente no admite comparación con ninguna otra compacta, no solo de la época sino de cualquier otro tiempo.
Leica Mini, una compacta automática con una de las mejores ópticas de la historia
Nota tonta:
Yo tuve y aún tengo en el baúl de los recuerdos (vitrina del despacho) una Leica Z2X con un Vario Elmar 35-70F3,5-7 (la cabra siempre tira pal monte) y no recuerdo que fuera una óptica excepcional. Con toda seguridad era más joven, sabía menos, me preocupaba menos y era mucho más feliz.