Por favor, no son necesarios esos aplausos espontáneos. Yo ya sé que no tendría precio en el mundo del marketing y la publicidad. Mis titulares son insuperables, pero aún soy poco conocido. Todo llegará, llegará tarde, pero llegará, y mi sucesor – ¿por qué alguien heredará Fotochismes, no? – se beneficiará de mi inconmensurable y merecido prestigio.