¿Qué bien ha hecho mi trabajo cuando las guerras se encadenan continuamente, año tras año, sin ninguna posibilidad en mi vida de ver paz en el mundo?
También me lleva al punto de pensar que la mayor parte del trabajo en el que he estado involucrado es en parte inútil porque la gente que mira mis fotografías normalmente son seres humanos decentes que ya están en contra de la guerra.
Don McCullin on His 60-Year Career: ‘What Good Have I Done?’
Iconic war photographer Don McCullin has given a galling interview to Vanity Fair in which he wonders what the point of photography is in conflict zones.
Don McCullin sobre sus 60 años de carrera: ‘¿Qué bien he hecho?’
El icónico fotógrafo de guerra Don McCullin ha concedido una desesperanzadora entrevista a Vanity Fair en la que se pregunta cuál es el sentido de la fotografía en zonas de conflicto.
Nota tonta:
Ya sabéis que mis suegros murieron los dos en estas navidades. Han sido muy longevos (94 y 92) y han pasado momentos muy malos. Vivieron la guerra y de niños se exilaron a Francia, donde les pilló la otra guerra. Allí se conocieron y entre otras cosas tuvieron a la que hoy es mi mujer desde hace 45 años. Siempre estuvieron metidos en el mundo asociativo vinculado con la izquierda. Volvieron a España en el 68, y siguieron con sus actividades sociales e izquierdosas vinculadas al PSUC y similares. Pasaron tiempos muy malos en la clandestinidad.
A partir de la muerte de Franco las cosas se suavizaron, pero ellos siguieron vinculados a movimientos asociativos y vecinales siempre por el bien de su barrio, La Sagrera”. Su casa siempre parecía un bar, pasaba todo el mundo, conocían a todo el mundo, y eran felices así.
Cuando después de una ilusión colectiva que empezó en el 78 las cosas se fueron torciendo y torciendo y torciendo hasta llegar hasta a hoy alguna vez les pregunté: ¿qué pensáis vosotros que os habéis jugado la vida por vuestros ideales al ver la deriva que ha ido tomando nuestro país y sus políticos?
La respuesta siempre fue la misma: no decían nada, bajaban la vista y se miraban con tristeza entre ellos. La única diferencia es que con el pasar de los años la vista bajaba más y la mirada era más triste.
No es exactamente lo mismo que le ha pasado a Don McCullin, pero si me lleva a la conclusión, tanto en todas las Españas, como en todas las Europas, como en todos los continentes, que el mundo moderno provoca desesperanza, desencanto, desilusión, vergüenza, frustración y desánimo en grado superlativo.
Si, ya sabéis que yo no soy “la alegría de la huerta”, pero estoy convencido de que no hay nada que hacer y que caminamos, corremos más bien, cada vez más deprisa hacia ninguna parte.
Pues yo pienso que nunca hemos vivido mejor que ahora.
Y también creo que se nos lanzan mensajes depresivos y malolientes con oscuras intenciones.
Recuerdo las hambrunas de África y el sudeste asiático del siglo pasado. No hace tanto, los niños trabajaban en cuanto podían. En el siglo 17 o 18 era normal la muerte de los niños por hambre. Trabajar a los 9 era un adelanto. El niño podría sobrevivir, y su familia.
El capitalismo actual nos ciega del recuerdo de cuando no había capitalismo. Los viejos sin familia y sin poder trabajar morían de hambre.
Ahora vivimos de lujo. Con problemas de pijos descerebrados, sin preocupaciones reales.
¿Catastrofistas? Siempre los ha habido. ¡El fin de los tiempos llega! ¡Arrepentíos! Siempre los habrá.
Que estos agoreros no nos quiten las ganas de disfrutar. Nadie muere diciendo: «tenía que haber disfrutado menos».