Me ha hecho gracia este artículo porque me he sentido identificado. No es que mis queridas montañas se parezcan en nada a una selva. Allí la amenaza más amenazadora que existe puede ser una víbora que tiene las mismas ganas de encontrase contigo que tu con ella.
Pero es verdad, parte de la foto, al menos de la liturgia de la foto, es el olor, el tacto, el pisar el suelo, el ver las nubes haciéndose y deshaciéndose, esperar a que pare la brisa, mojarse con el rocio de la mañana, pisar un charco que no habías visto, arañarse la calva con una rama traicionera, en una palabra, estar allí.
No, eso la IA no lo puede emular, que siquiera con las supergafas del super Tim Cook.