8

Crónica de nuestra visita a Navarra: 45 aniversario de boda.

Escudo de la comunidad Foral.

Introito:

Pues nada, por aquí estamos. Hemos venido a Pamplona para conocer Navarra (que a pesar de su cercanía no la conocíamos) y para celebrar nuestro 45 aniversario de boda igual que hace 5 años fuimos a conocer Euskadi en nuestro 40 aniversario.

Han sido 2 semanas y 12 días de visita. El tiempo ha sido siempre nuboso, pero solo 4 ó 5 días nos mojamos y nos mojamos mucho con lluvias torrenciales. Nada que ver con las desgracias en la costa mediterránea y en concreto en Valencia. El sol lo hemos visto solo a ratos y solo algunos días, pero eso está bien para las fotos, la luz difusa les sienta bien. Las temperaturas han sido buenas, entre los 8 y los 20ºC.

Cada día iba tomando algunas notas con la idea de publicar al final una pequeña crónica en el Blog que de alguna manera justificara mi ausencia. Al final me ha salido un poco larga, pero no tenéis ninguna obligación de leerla y también lo podéis hacer a plazos, por capítulos, al derecho, al revés, o en diagonal, una palabra de cada 5, de cada 10, de cada 100, etc………., no hay problema.

He hecho muchas fotos, pero son todas muy malas y solo de recuerdo, así que aquí no voy a poner aquí ninguna. Son todo lugares ultra conocidos, típicos y turísticos, y en Google hay millones de imágenes mejores que las mías. La lectura será un poco más árida, pero también es más rápida y ya con eso te quedas con la idea.

Espero que os guste.

Lo único que voy a comentar en este punto, y lo voy a hacer porque es algo evidente apenas asomas la nariz a la calle, es que hay dos Navarras. En Pamplona se habla mayoritariamente castellano, pero apenas te desplazas un poco hacia el norte entras en Euskadi, una Euskadi-este que por cultura, usos, costumbres, paisaje, idioma es claramente tierra vasca. En cuanto bajas un poco de Pamplona te adentras en Castilla, en una Castilla norte quizás un poco menos cerrada donde el idioma es mayoritariamente el castellano, el paisaje, y las formas de la gente, tenderos, camareros, etc…. tienen un matiz claramente de meseta. Mirando así se entiende perfectamente que haya una UPN y un Nafarroa Bai. Bueno, y ya está, no digo nada más. Políticos a politiquear, y nosotros a lo nuestro.

Aviso a navegantes – Jóvenes adictos al telefonillo: warning, kontuz, ojo, peligro, precaución, la crónica contiene más de tres líneas seguidas y eso puede dañar seriamente vuestra salud.

Empecemos:

Día 21: llegada, toma de contacto, avituallamiento

Pues eso, llegamos. Teníamos la ruta muy bien estudiada desde casa y planos y esquemas de cómo llegar a las puertas del apartamento que reservamos con Aribnb. Era la primera vez que utilizábamos Airbnb, y también la primera vez que utilizábamos el GPS en el telefonillo.

La verdad es que nos fue muy bien. El apartamento estaba en las afueras de Pamplona, en Barañain, pero tenía parking propio en el mismo edificio y subíamos al piso en ascensor. Un Carrefour grandioso a 3 minutos a pie que nos fue de maravilla para aprovisionarnos. Además acceso fácil y rápido a las autopistas y autovías de salida. Ya lo escogimos así y resultó muy buena idea.

Joseba, el anfitrión, resultó ser todo un chicarrón del norte la mar de amable. Nos enseñó el apartamento y su equipamiento y nos dejó teléfonos de contacto por si necesitábamos algo. También nos envió por whatsapp info de Pamplona y de sus bares de pinchitos, aunque en el apartamento había una estantería llena de libros y folletos turísticos de toda Navarra y en varios idiomas. Solo lo vimos el día de llegada pues él mismo se iba de vacaciones a Indonesia al cabo de unos días a hacer un ultra-trail de montaña, pues le gusta machacarse el cuerpo. Aún así nos envió algunos whatsapp para ver cómo iba todo. Tuvimos que convencerlo de que todo iba bien para que dejara de preocuparse

El apartamento estaba muy bien. Pequeño pero suficiente: una habitación con dos camas individuales, un salón comedor y un sofá de tres plazas, una mesa para comer con 4 sillas, y un pequeño mueble donde está la tele y el router con su claves Wi-Fi al lado.

La cocina está adosada al salón pero se puede aislar con unas puertas correderas: cacharrería completa, encimera de inducción, horno eléctrico, microondas, lavadora, lavaplatos, campana extractora enorme y caldera de agua caliente y calefacción que Joseba programó un tiempo por la mañana al levantarnos y un tiempo por la noche mientras cenábamos o descansábamos antes de ir a dormir.

El baño era pequeño pero completo: wáter, bidé, lavabo y ducha con mampara y grifería termostática. Por cierto, ¿sabéis que el agua de Pamplona no solo es limpia sino que además es potable? Cuando nos duchamos la mampara de vidrio quedaba totalmente salpicada. Pues bien, si la dejabas secar sin tocarla el vidrio quedaba totalmente limpio y transparente. En Barcelona, al secarse, el vidrio hubiera quedado totalmente moteado como una pintura puntillista con todas las densidades y tonos del blanco. En Barcelona, el agua que sale por el grifo es una disolución leve de H2O en todo tipo de sales calcáreas con sabor a cloro: es imbebible, es infumable, y solo sirve para lavar los platos y el cuerpo si asumes que el jabón no te hará espuma. En la lavadora debes poner la misma cantidad detergente que de calgón, y así es posible que llegues a tener la suerte de que la máquina te dure un año antes de convertirse en un bloque de cal con olor a cloro.  Los grifos se solidifican al poco tiempo creando verdaderas obras de arte tipo estalactitas/estalagmitas y haciendo que su apertura y cierre tenga que hacerse con una llave inglesa.

Hemos estado 2 semanas y dormimos 13 noches. Hemos estado muy bien. No se si nos costó muy caro o no, pero mientras buscaba cosas salía más barato que cualquier hotel, estaba mejor comunicado, tenía parking propio y un Carrefour al lado. Y además Joseba tenía unas referencias estupendas en la WEB, y todas parecían auténticas y sinceras. No nos arrepentimos en absoluto.

Eso si, si como vivienda de alquiler habitual me aplicaran el precio por día que me aplicó Airbnb, simple y llanamente no lo habría podido pagar. Ciertamente hoy en día el primer problema del país es la vivienda, y eso va asociado a los políticos, a los poderes reales, y al sistema económico que nos rige. Pero esa es otra historia de la que quizás hablaremos algún día, cuando la revolución llegue a las calles y se monten barricadas.

Este ha sido nuestro calendario:

Día 22: Bardenas – Tudela

El primer día fuimos al que quizás es el paisaje más singular de toda Navarra. Las Bárdenas Reales, que a la sazón, además de Parque Natural es polígono de tiro del ejército español. Digo yo que teniendo lugares mucho más adecuados como La Moncloa, la c/Génova o la c/Ferraz para probar petardos, bombas cohetes y misiles no se por qué tienen que utilizar un terreno tan singular para probar armas de destrucción masiva.

Solo se me ocurre añadir que no se trata de un desierto ni de un erial. Alrededor hay campos de cultivo y se ven agricultores con sus tractores pululando por allí. Incluso las zonas más estériles tienen vegetación propia de lo más apta para películas de indios y vaqueros musicadas por Morricone.

Las pequeñas colinas o montañas tienen una estructura que no se definir. Parecen construidas con barro, vistas de cerca son como enormes nidos de golondrina, pero con formas sinuosas la mar de curiosas. La consistencia es muy dura y casi se asemeja a la arcilla. Aguantan peso y la lluvia no las deshace. El día amaneció nublado, pero no llovió. El contraste de los cielos negros con los montículos mucho más claros era realmente bonito.

Hay tropecientos senderos para todo tipo de vehículos: a pie, en bicicleta e incluso en coche. Nosotros hicimos el recorrido circular más popular, que es una pista de tierra muy plana y bien cuidada que rodea el polígono de tiro. Tiene 34 Km no hace falta tener un Hummer con ruedas de bulldozer. Cualquier turismo lo puede recorrer.

Vimos después las cuevas de Árgedas donde la gente se refugió en la Guerra Civil y después comimos verdurita de la huerta en Tudela, dimos una vuelta por la Catedral y después nos dimos un paseo por la ciudad.

Día 23: Olite – Ujue

De Olite tengo un sentimiento agridulce, poco dulce y muy agri.

Dulce porque el Palacio Real o castillo es una maravilla por fuera. Pero como al general Espoz y Mina se le ocurrió quemarlo hasta los cimientos para evitar que “el francés” lo utilizara como cuartel general, está todo reconstruido y muy bien reconstruido. Queda muy poco de lo que fue original y además los arquitectos de la reconstrucción fueron quizás un tanto demasiado creativos en la misma. Aún así es una obra enorme e imponente.

Agri precisamente porque la reducción a cenizas y posterior reconstrucción ha impedido recrear todo el lujo y decoración que había en su interior. Según nos explicaron en la visita guiada el Rey Carlos III (el de Navarra, no el de Madrid) hizo construir el castillo y decorarlo con todo tipo de lujo para impresionar a todas sus visitas reales y menos reales: mirad lo que tengo y lo que soy capaz de hacer. Como no fue un Rey batallador se dedicó a darse autobombo. Las dos o tres salas que se pueden visitar están totalmente vacías y apenas tienen interés.

Y muy agri porque “un hijo de puta perra indigno incluso de ese calificativo y de pertenecer a la raza humana” (ya me perdonaréis) me ralló totalmente un lateral de nuestro coche nuevo al intentar meter el suyo en un hueco en el que manifiestamente no cabía. Cuando volvimos al aparcamiento y vi el estropicio me sentó como una patada en el bajo vientre dada con una bota de montaña con grampones. Tengo carnet desde hace 40 años y he tenido solo tres coches. En ninguno me han hecho lo que en este y además era nuevo (bueno, tiene ya dos años, pero es que a mí los coches me duran 20 años). Naturalmente el “pájaro” voló sin dejar nota alguna ni disculpa de ningún tipo ni datos para dar un parte al seguro.

Mi único consuelo es que la maldición que le lancé, asistido por las brujas de Zugarramurdi y todos los símbolos mitológicos del mal presentes en la cultura navarra harán, no solo que el resto de su vida mortal sea miserable y desgraciada, sino que una vez muerto y ya por toda la eternidad goce de las penas del infierno en el 10º Círculo que preside Monseñor Rouco Varela al que acompañarán en su momento el Sr.Adobe, el Sr.Windows y el Sr.Canon. Ese es el eterno destino que espera inexorable a la malvada criatura que se llevó buena parte de la pintura de mi coche. Que así se escriba y así se cumpla.

Por la tarde y después de comer fuimos a Ujue, un pueblecito medieval que se alza en una loma del terreno desde el que se ve Olite. Lo único que se me ocurre decir es que el pueblo “no es pueblo para viejos”. Sus calles son empinadas, empinadísimas, tanto que me resulta imposible verme a mí mismo por allí arrastrando un carrito de la compra. El pueblo lo preside la iglesia/basílica/fortaleza de Santa María donde lo más curioso es que se conserva el corazón momificado del Rey Carlos II el malo, padre del Carlos III anterior.

El pueblo es famoso por sus almendras garrapiñas. Hay tres obradores que las fabrican de forma artesanal. Naturalmente compramos una muestra y puedo asegurar que estaban muy buenas.

Día 24: Elizondo – Amaiur

¿Conocéis la Trilogía del Baztán de Dolores Redondo? Son tres novelas policíacas la mar de interesantes que discurren en la zona de Baztán con centro en el pueblo de Elizondo. Tanto mi mujer como yo las hemos leído y nos han gustado mucho. Dolores ha puesto Elizondo en el mapa y hasta se organizan visitas guiadas que te llevan por los lugares del pueblo en que la autora se inspiró para las novelas. El meollo de la acción sucede en un “obrador” donde se elaboran unas exquisitas mantecadas.

Al hacer las películas se escogió una empresa real del pueblo que se llama Panificadora Baztanesa SA, pero para la película y como atrezzo se le cambió el nombre por el de Mantecadas Salazar y se puso un rótulo y carteles nuevos. La empresa, ante el éxito de los libros y películas, decidió mantenerlos y allí siguen para satisfacción de los visitantes. La visita guiada a la que nos apuntamos acaba en el citado obrador donde, quien más quien menos, compra algunos de los productos que elaboran. El “txantxigorri” es el producto estrella y está buenísimo. No cometáis el mismo error que nosotros que solo compramos una caja. Es lo mejor que tienen.

He dicho que la visita se acaba en el obrador, pero eso es solo si quieres. Después de eso los que quieran pueden desplazarse al cementerio (unos 800m) que tiene bastante importancia en las novelas. En nuestro grupo todos fuimos y el guía, muy simpático, nos explicó las tumbas y símbolos que se utilizaron en las películas.

En las novelas, el paisaje y el tiempo en el valle del Baztán es descrito siempre como húmedo y lluvioso, casi lóbrego, sin embargo el día de nuestra visita había nubes y claros y lucía un tímido sol que hizo la visita más agradable.

Sin embargo, al día siguiente, que íbamos para Zugarramurdi y las Cuevas de Urdax estuvo lloviendo todo el día y además con una niebla baja que no se disipaba. La carretera pasaba por el Baztán y eso nos permitió entender y ver el tiempo y el ambiente que describe Dolores en sus novelas.

Los habitantes de Elizondo no se pusieron tan contentos. Ese día había feria en el pueblo y se reunía público de toda la provincia. Hacerlo bajo un diluvio no era lo esperado y seguro que ni a feriantes ni visitantes les hizo la más mínima gracia.

Por la tarde de ese mismo día nos acercamos al pueblo de Amaiur del que teníamos referencias de que era muy guapo. Lo confirmo, era muy guapo, tranquilo y típico. Nos gustó un montón.

Día 25: Zugarramurdi – Aïnhoa – Urdax

En Zugarramurdi también hay película, la de Alex de la Iglesia del 2013. Como ya dije antes el día amaneció lluvioso, que digo lluvioso, amaneció torrencial y eso resaltó más si cabe el ambiente “brujeril” del asunto.

La cueva como tal es inmensa y en días como en el que fuimos llueve casi tanto dentro como fuera de la misma. La cueva está muy bien iluminada y destaca claramente las oquedades y cavidades que hay por las paredes y que son la mar de fotogénicas. Seguro que con un poco menos de agua y de público se pueden sacar buenas fotos. Yo hice lo que pude.

Desde luego no me costó nada imaginar allí dentro un aquelarre donde Feijóo, Gamarra, Tellado, Sánchez, Puente y López bailaran desnudos adorando al Diablo ante la magnánima presencia de Ayuso, Aznar, González y Guerra, estos vestidos de monjes capuchinos de hábito negro y con una escoba al cinto.

Lo que no pudimos hacer es pasearnos por el bosque y los senderos que hay por los alrededores porque llovía demasiado y encima hacía viento.

Después pasamos a Francia (4 Km) para echar un vistazo a un pueblo que se llama Aïnhoa y que es la mar de chulo. Es prácticamente solo una calle con casas muy antiguas a los lados pintadas de blanco con toda la madera en rojo que resulta de lo más vistoso. Es un pueblo eminentemente turístico y plagado de tiendas donde venden recuerdos y todo tipo de productos relacionados con los Pimientos de Espelette, la estrella gastronómica de la zona. Nosotros compramos “pain d’épices” con miel y naranja que le encanta a mi mujer y que está muy bueno para desayunar con el café con leche.

Destaca claramente una tienda de material vario que luce en el escaparate el siguiente letrero: mieux ici qu’en face. Justo en frente, al otro lado de la calle, estaba el cementeriode la iglesia.

Por la tarde y con lo que llovía tuvimos la suerte de poder visitar Cueva de Urdax porque el nivel del rio interior no había subido lo suficiente como para hacerlo peligroso. La visita estuvo bien y también mal.

Estuvo bien porque la cueva, con sus estalactitas y estalagmitas eran un espectáculo precioso. Me resultó curioso, nunca lo había visto, unas raíces rojas que perforaban la piedra de los techos buscando infructuosamente tierra y agua a la que aferrase. Algunas eran más gordas que un dedo y tenían varios metros de longitud. Incluso tuvimos la suerte de ver un par de murciélagos, imagino que les tocaba guardia, diminutos y negros como el carbón colgando de las paredes al más puro estilo Conde Drácula. Las formaciones calcáreas eran impresionantes y de las formas más variadas.

Y estuvo mal porque en aras de la seguridad solo hay visitas en manada, o sea en grupo, el tiempo es muy limitado y escaso pues en cada escenario la guía enciende las luces que iluminan la zona e ilumina con una linterna las estructuras de interés, todo ello con la prisa de a quien se le enfría el café. Como los caminos estaban totalmente mojados y resbaladizos y el conjunto de visitantes éramos más bien abueletes, cuando el último llegaba a la zona explicada la guía con los primeros ya salía por el otro lado y apagaba las luces. Igualmente por temas de seguridad y para que nadie se quedara atrás estaba totalmente prohibido hacer fotos, lo cual, a un fotógrafo como yo me hizo subir la presión a no menos de 250/150.

Al final de la visita, en el mismo punto de entrada, se encendían las luces de la primera cavidad y se permitía hacer fotos, pero sin moverse y solo de esa zona que no era ni mucho menos la más interesante. Como el grupo era bastante numeroso, quizás 25 personas o quizá más, esas gloriosas fotos que se podían conseguir era del tipo un mar de cabezas y telefonillos en la mano y unas escasas zonas donde se veía solo parte del techo.

Ese mismo día al llegar a casa envié un correo electrónico a los responsables de turismo de la zona quejándome de la situación y dando algunas sugerencias para mejorar las visitas. Al día siguiente me contestaron alabando mi tono sosegado y conciliador (si, excepcionalmente fui muy educado) y me aseguraron que tendrían en cuenta mis sugerencias que les parecieron muy interesantes. Así pues es posible que los nietos que no tengo y en un futuro indeterminado e incierto se pueda disfrutar de una visita más sosegada y con posibilidad de hacer fotos.

Día 26: Peru Harri – Sierra Aralar y Basílica de San Miguel de Aralar

Peru Harri:

Destacadísima y especial mención merece el personaje y su entorno. Iñaki Perurena es una persona absolutamente singular. Nació en 1956, tiene ahora por tanto 68 años, y ahí termina toda similitud conmigo que tengo ahora 70. Es una personalidad arrolladora. Es simpatiquísimo y emana fuerza y carisma por todos sus poros. Debajo de la txapela unos ojos azules con una mirada intensa que te traspasa, una voz potente, clara y transparente que se oye a kilómetros, y a pesar de que ahora tiene la mitad de volumen corporal que cuando era joven, irradia tal magnetismo que te quedarías horas con él escuchándolo lo que cuenta.

Huelga decir que él fue el levantador de piedras más famoso de Euskadi y Nafarroa, que innovó en la técnica del levantamiento y en la manera de agarrar y subir las piedras y que en su día tuvo el record de la especialidad levantando una “china” de 320 Kg.

En un rincón paradisíaco de Leitza tiene un caserío donde ha montado un espacio dedicado a la piedra. Tiene un bosque precioso decorado con unas 170 láminas en piedra pintadas entre él y su hijo Inaxio que es el único de los tres que ha seguido la vocación de su padre. Las piedras tienen representaciones de la cultura vasca: lámias, brujas, demonios, el Basajaun, animales, etc…. Es un recorrido circular de unos 30 minutos donde cuesta valorar que es más interesante, si las representaciones en las piedras, o el marco incomparable del bosque que le da acogida.

Delante del caserío tiene una inmensa pradera en la que hay varias esculturas hechas también entre él y su hijo. Hay algunas esculturas de gran formato destacando una boina (txapela) inmensa en homenaje a su padre.

Dentro del propio caserío, ha montado un museo de piedras de todo tipo, explicaciones, campeonatos, clasificaciones, herramientas, fajas y chalecos, hachas, cuerdas e infinidad de inscripciones y descripciones. Todo hecho a mano. Se nota absolutamente auténtico. Nada que ver con un museo convencional.

La visita empieza dentro del caserío con una presentación en que Iñaki nos cuenta sus hazañas, pero sobre todo sus aportaciones a la técnica del levantamiento e incluso innovaciones en la forma de agarrar la piedra e incluso la posición de las ranuras y fijaciones para favorecer el levantamiento.

Llovía a cántaros, pero después y a pesar de ello todos nos hicimos el recorrido por el bosque y la llanura y al final acabamos dentro del caserío con el propio Iñaki respondiendo con claridad a todas las preguntas que los visitantes le hacíamos. Eso lo hizo en una especie de sesión de fotos improvisada donde pidió a todos los críos que se le acercaran, con los más pequeños en sus rodillas, mientras los padres se hinchaban a hacer fotos de sus retoños alrededor de este impresionante personaje.

Iñaki ha sido, así me lo confesó, un humanista, y ha sido actor, poeta, carnicero, vaquero, y amante de las piedras. Ha tenido tres hijos, pero solo uno ha seguido su vocación y afición.

No sé si me ha notado, pero la visita no es solo absolutamente recomendable, sino que en mi opinión es absolutamente imprescindible.

Para seguir ver Sierra de Aralar, día 27.

Día 27: Hayedo Aralar y Zarautz

Sierra de Aralar:

El día 26 por la tarde fuimos a visitar el Santuario de Miguel de Aralar pero no pudimos entrar. Algún malnacido, probablemente el mismo que me ralló el coche en Olite, seguro que fue el mismo, ese mismo día de madrugada le tiro un cubo de gasolina a la puerta de madera y le prendió fuego. La puerta, cumpliendo con su misión, se incendio y llenó de espeso humo negro todo el portal, fachada e interior. La gente que vive allí, en un bar adyacente, gastó cuatro extintores en apagar el fuego que afortunadamente no pasó a mayores, pero ahumó toda la entrada y lo dejó todo hecho un asco. Ese fue el motivo para que no dejaran entrar visitas ese día y hasta que no limpiaran el estropicio y el acceso quedara decente. Nosotros nos encontramos allí con una patrulla de la policía foral de Navarra que controlaban el tema y acordonaban el lugar del crimen.

Para llegar al Santuario hay una pequeña carretera de 17 Km desde Lekumberri hasta el templo, carretera que discurre por la Sierra de Aralar. El paisaje es básicamente un hayedo inmenso con unos escenarios de ensueño a lado y lado de la carretera. Estamos en otoño, y así escogimos nuestro viaje, pero el paisaje superó todas nuestras expectativas. En particular, y a pocos km del Santuario, hay una zona de “picnic” con un paisaje que ni de encargo se podía superar, hasta tal punto que al día siguiente 27, que teníamos previsto ir a comer a Zarautz, al restaurante/hotel de Karlos Arguiñano, y pasábamos también por Lekumbrerri, nos levantamos temprano, cogí la cámara grande (la Fuji GFX) y nos plantamos en el hayedo a las 9 de la mañana.

Ese día, de la mano de mi querida Madre del Amor Hermoso, se me apareció Dios en forma de paisaje: una alfombra de hojas de haya bien mojadas por las lluvias de los dos días anteriores, musgos verdes de varios tipos y brillo fluorescente, troncos de árboles plagados de ese musgo, tocones de pesebre que ni el mejor “atrecista” del mundo habría sabido hacer mejor, y para completar el panorama una niebla no demasiado espesa que poco a poco fue subiendo del valle hasta inundarlo todo dando un ambiente lóbrego y fantasmagórico al conjunto. Si lo hubiera encargado no habría salido mejor.

No se si me sabré explicar bien, pero con la cámara y el trípode y mi mujer aguantando el paraguas porque aunque no llovía de las inmensas hayas goteaba bastante agua, me sentí pequeño, miserable e indigno en medio de tanta belleza, incapaz de plasmarla adecuadamente.

Yo, ateo irredento desde que salí de los Hermanos Maristas, le rogué a ese Dios en el que no creo diciendo así: Señor, ya se que soy indigno para gozar de este lugar, pero ya que estoy aquí dame al menos inspiración para no malograr tu obra con fotos mediocres. Hice lo que puede y lo que supe, pero naturalmente ese Dios distante e indiferente a las miserias humanas no me escuchó y las fotos fueron como siempre mediocres, dignas de mi, pero indignas y crueles con el paisaje excelso que intentaba plasmar.

Si algún día, en algún otoño, os animáis a ir por allí, coged la mejor cámara que tengáis y plantaros aquí Google Maps: Sierra de Aralar. No os arrepentiréis, os lo aseguro.

Zarautz:

Hacía 5 años, con motivo de la celebración de nuestro 40º aniversario de boda, fuimos a conocer Euskadi, que a pesar de la cercanía con Barcelona, no la conocíamos. Pasamos tres semanas, una en cada provincia, y una de esas semanas fue con base en una casa rural de Zarautz desde la que recorrimos Guipuzkoa. Un día nos dimos el gusto de ir al restaurante de Karlos Arguiñano a probar un menú degustación, que con la filosofía de Karlos tenía un precio la mar de asequible.

Esta vez repetimos con ocasión de nuestro 45 aniversario de bodas. No escogimos el menú degustación, que no era tan copioso como la otra vez, pero que costaba solo 55 €. Tomamos una sopa de pescado con almejas que estaba de muerte y después un bacalao al pil-pil con sus correspondientes cocochas. Después un sorbete de limón al txacolí, un café doble para mí y un aperitivo de la casa a base de humus y unas galletitas crujientes deliciosas. Estaba todo buenísimo. No bebí vino porque tenía que conducir pero pedí un culín de txacolí K5 del propio Karlos. Estaba de vicio. Lo que si pedí son dos raciones de pan, uno normal y otro de cereales, ambos del obrador de Joseba, el hijo panadero de Karlos. Bueno, pues todo eso nos costó 105 € entre los dos, algo totalmente asumible incluso para un jubilado y señora.

Día 28: Hayedo Otzarreta y Vitoria-Gazteiz.

Hayedo de Otzarreta:

Al día siguiente y para aprovechar el “instante y la magia” del día anterior fuimos al Hayedo de Otzarreta, el hayedo más conocido de Euskadi y seguramente de todas las Españas. Probablemente también el más fotografiado. La alegría dura poco en la casa del pobre. En esta ocasión mi querida Madre del Amor Hermoso no me acompañó, tampoco su hijo Jesucristo, ni el Dios Padre que estaba ocupado en otros menesteres. Solo apareció el Espíritu Santo que seguramente estaba de guardia y vino de mala leche. También vino Satanás y su asistente Murphy, siempre al quite.

El hayedo en cuestión es un terreno pequeño, del orden de 200m de largo y unos 100m de ancho. Habrá un centenar de hayas, como mucho. Es un escenario de “belén”, de ensueño en las condiciones adecuadas. Los árboles son antiguos y majestuosos. Tal vez en un inicio tuvieron un aprovechamiento de la madera y por ello se podaron mucho. Después puede que se dejara de hacer y por ello ahora tienen un tronco ancho y macizo y luego unas ramas esbeltas, verticales y muy despejadas.

Hete aquí una relación de hechos que justifican mi relato y valoración no demasiado alegre:

  • El otoño estaba muy retrasado en esa zona y las hayas aún tenían la mayoría de las hojas y ni siquiera tenían el característico tono marrón/ocre. Pero eso no fue lo peor.
  • El lecho de hojas en el suelo era pues de las hojas del año pasado y en lugar de tener un tono ocre/rojizo recién caído tenía un tono marrón pálido y gris sucio y feo. Pero eso no fue lo peor.
  • Las lluvias de los últimos días convirtieron ese “presuntamente  idílico” tapiz de hojas en un barrizal asqueroso con la consistencia de un chocolate muy espeso y en el que a pesar de llevar botas de montaña nos hundíamos hasta los cordones. Además, moverse por las pendientes era un ejercicio de riesgo con la más que cierta posibilidad de caerse y quedar embadurnado como una croqueta justo antes de freír. Pero eso no fue lo peor.
  • Es un hayedo muy famoso y conocido. Quizás la foto más chula de él es la que hizo José Benito Ruiz y que aparece en la portada de su libro Composicion en fotografia: el lenguaje del arte. Fuimos un lunes y estábamos allí a las 9 de la mañana. Estaba nublado y la luz era difusa. Ideal para fotografía. Prometedor, ¿verdad? Pues las apariencias engañan y tampoco eso fue lo peor.
  • Uno, en su santa inocencia, pensaba que un lunes laborable y en medio del otoño en temporada baja no habría nadie por allí. Craso error. Satanás y Murphy se partían el pecho descuajaringándose de risa en el infierno. La misma idea que yo la tuvieron otros 14 fotógrafos aficionados, todos con cámaras serias y trípode, además de un fotógrafo profesional con una pareja de novios, él de etiqueta y ella con traje blanco de novia precioso (y botas de montaña) que con un flash y un paraguas buscaban rincones chulos para hacer unas fotos más chulas aún. Algunos fotógrafos llevaban unas cazadoras o sudaderas rojo fosforito, aunque otros iban más discretos con cazadoras, anoraks, o impermeables azul o verde oscuro. Todos nos mirábamos con recelo, por no decir cosas peores. Y si, eso sí fue lo peor.
  • ¿Os imagináis un terreno un poco más grande que un campo de futbol plagado de 15 coloreados fotógrafos evitándose entre si? Difícil ¿verdad? Pues no, no fue difícil, fue imposible. La sesión de fotos fue un “slalom gigante” entre hayas, unos y otros buscando encuadres imposibles donde no saliera ningún otro fotógrafo. Ni que decir tiene que todos los intentos fueron infructuosos. Nos molestábamos continuamente y las composiciones que lográbamos no eran ni mucho menos las mejores. La interacción, en este caso, fue nefasta: algunos se aburrieron y se marcharon enfadados, otros de dedicaron al macro fotografiando setas o el musgo que crecía en la base de los arboles. Eso si, actuamos como gente civilizada: no nos arañamos, no nos pegamos, no nos insultamos, no nos matamos (habría sido imposible arrastrar un cadáver por semejante barrizal), pero la sensación de frustración era evidente en todos. Hicimos lo que pudimos, pero ninguno pudo hacer lo que quiso o había pensado hacer. El anhelo de tomar verdaderas obras maestras se perdió para siempre como lágrimas en la lluvia.

Y ya está. Así se escribe la historia. Los que puedan volver volverán otro día. Los que no podamos nos contentaremos con dejarlo para nuestra próxima reencarnación.

Moraleja y corolario:

  • Dios no existe, y si existiera es totalmente sordo y siempre está muy ocupado.
  • Mi querida Madre del Amor Hermoso y su Hijo debían estar de compras aquel día.
  • El Espirito Santo vino cabreado.
  • Satanás sí que existe y se parte de risa sembrando maldades entre los pobre humanos aficionados a la fotografía.
  • Murphy, su fiel escudero, está más activo que nunca y actúa como Perfectus Detritus, el sembrador de Cizaña en los álbumes de Asterix.

Como decía mi amigo el sabio: no somos nada, y menos en calzoncillos.

Vitoria-Gazteiz:

Después de la desafortunadísima sesión matinal nos desplazamos a Vitoria. Vitoria fue otra de nuestras bases para el conocimiento de Euskadi en nuestro 40 aniversario. Todos los días que pudimos fuimos a comer a un restaurante típico de la calle de la Cuchillería (Aiztogile kalea). El restaurante se llama Erdizka, tiene pinta de taberna cutre, pero se come muy bien, con raciones abundantes, muy buenas y con un precio de menú a prueba de pensionista.

Después nos dimos una vuelta por la Plaza de la Virgen Blanca, saludamos al Zeledón, y nos volvimos a Pamplona, nuestra base para Navarra. Vitoria fue la capital que más nos gustó de Euskadi 5 años atrás.

Día 29: nacedero del Urredera – Puente la Reina (Gares) – Templo de Unate

El nacedero del rio Urederra es un paseo la mar de agradable alrededor de los primeros meandros y cascadas del río Urredera. Se hace evidentemente a pié. Empieza con un camino descendente en plan pista forestal que llega al cabo de unos tres cuartos de hora a una zona que continúa con un sendero bastante amplio. Este sendero está concienzudamente “urbanizado” con escaleras y vallas de madera que dan acceso a miradores sobre las partes más chulas del río. Hay pequeños saltos y cascadas, meandros, e incluso algún pequeño lago. Todo ello discurre a través de un inmenso hayedo que cuando fuimos aún tenía las hojas en los árboles, con lo cual el tapiz de hojas estaba un poco deslucido. Ha sido un paseo muy agradable de ninguna dificultad y que en tres horas ida y vuelta estaba completado. Nosotros empezamos a las 8:30 de la mañana y no había nadie, pero conforme avanzaba el día el trayecto se fue poblando de paseantes y al final aquello parecía los alrededores del Bernabeu poco antes de un Barça-Madrid.

Debido a las intensas lluvias de día anteriores el agua, en lugar de tener un idílico tono azul postal de anuncio de folleto turístico, presentaba un tono marrón barro que lo deslucía un poco, pero bueno, ya te hacías una idea.

En Puente la Reina-Gares vimos el Puente Romanico sobre el río Arga, pero por mucho que buscamos no encontramos a la Reina, seguramente había salido.

La iglesia templaria de Santa Mª de Unate, no muy lejos de allí, es preciosa. Tiene una planta redonda con arcos exteriores como si fuera un claustro circular la mar de chulo. El interior también era muy guapo. A mi mujer y a mí nos ha gustado mucho.

Día 30: Pamplona ciudad.

Viendo las noticias que dan por la tele sobre la inmensa desgracia que ha asolado a la provincia de Valencia con 95 muertos cuando escribo esto lo que voy a contar a continuación palidece por su absoluta nimiedad.

Hoy hemos decidido visitar Pamplona ciudad, en realidad el centro histórico que es bien pequeñito. La previsión meteorológica daba nubes y claros con un 40% de probabilidad de lluvia por la mañana, un 20% al mediodía y nuevamente un 40% por la tarde.

Empezamos la visita sobre las 8:30 por la ruta del encierro: la cuesta de Santo Domingo, con la imagen de San Fermín a la que se encomiendan los corredores con pañuelo rojo, la Plaza del Ayuntamiento, la c/Mercaderes, después la larga c/Estafeta, y al final la curva de Telefónica y la entrada a la plaza de toros. Tardamos más de los 3 minutos habituales y no fuimos perseguidos por seis toros bravos enloquecidos, pero si por un sin número de furgonetas de reparto que distribuyen mercancías a los comercios de la zona. Es imposible fotografiar cualquier calle sin que aparezcan montones de furgonetas que impiden ver las paredes. El recorrido exacto del encierro se puede seguir por las placas de metal que hay en el suelo que sirven para fijar el vallado en los días del encierro. En algunos lugares hay montado fijo algún tramo de valla para que los turistas (nosotros) nos hagamos una idea de cómo se monta el tinglado. El cielo estaba muy nublado y amenazante pero no llovía,……………………….. aún.

Seguimos con la visita por la Pza del Castillo (centro neurálgico de la ciudad), Iglesia de San Fermín, y luego la Catedral, con su claustro y museo histórico, sobre las 11 de la mañana. En ese momento empezó a llover y pasamos sucesivamente por varias fases: calabobos, lluvia, lluvia intensa, monzón, huracán y tifón. Imposible pasear. Aún así lo intentamos hasta que los paraguas que llevábamos quedaron reducidos a varillas desangeladas.

Sobre las 12:30 nos metimos en una taberna típica de pinxos (el Iruñazarra en la c/Mercaderes) y nos pusimos «moraos» con un buen número de ellos. Estaban muy buenos aunque no eran sublimes, pero quedamos muy bien servidos.

La lluvia seguía con sus diferentes fases de intensidad pero aún así decidimos que ni San Pedro ni Murphy podrían con nosotros y seguimos con la visita. Paseamos por la Ciudadela, el Parque de la Taconera y finalmente el monumento al encierro cerca de la plaza de toros. Este es una estampa completa del encierro con corredores en todas las posiciones, algunos corriendo, otros caídos, otros pisoteados y varios toros en plena carrera luciendo cuernos y pelotas. Todo en bronce y yo creo que a escala algo superior a tamaño natural. Es inmenso, es realmente asombroso, magnífico. La única “pega” que le vi es la situación. Está en la Av.Roncesvalles, cerca de la plaza de toros, y de fondo tiene un edificio feísimo de CaixaBank. Para colmo el sol, ya poniéndose, estaba colimado con el monumento impidiendo totalmente fotografiarlo de frente. Ese espectacular grupo escultórico hubiera quedado muchísimo mejor en cualquier planicie de hierba de los parques de la ciudad, pero que le vamos a hacer, esta cerca de la plaza de toros y está colocado para admirar, no para fotografiar.

Sobre las 6 de tarde, “absolutamente fatigaos y más mojaos que un pescao” cogimos el autobús 4 para volver a nuestro apartamento turístico en Barañain. Como Murphy no solo existe si no que nos vigila muy de cerca, cuando el autobús cerraba sus puertas el cielo abrió las suyas, las nubes se separaron y apareció el sol. Ya no tenía ninguna gracia seguir “regándonos” porque ya estábamos a resguardo e íbamos para casa. Le hicimos un manifiesto corte de mangas al cielo y nos metimos en casa.

Aún así la visita los gusto mucho.

Día 31: Roncesvalles.

Es una visita que yo consideraría de opcional. Solo hay La Colegiata de Sta Mª de Roncesvalles, la tumba del Rey Sancho VII el fuerte (un tío de 2m), y la vidriera de Las Navas de Tolosa. La Iglesia de Santiago y el Silo de Carlomagno, donde se almacenaban todos los huesos que encontraban por allí: batalla de Roncesvalles, peregrinos, curiosos, políticos, etc…… (el osario). También hay un museo con algunas pinturas, platería, y un curiosísimo relicario en forma de tablero de ajedrez con unas filigranas increíbles.

Yo esperaba ver algún monumento grandioso o al menos una piedra incorrupta con los restos de los sesos de Roland pegados a ella, pero no, solo había una solitaria piedra bastante cutre en el alto de Ibañeta, nada que recordara la solemnidad de la batalla.

Día 1: Selva de Irati

Una concatenación de errores solo puede llevar a un fracaso absoluto. Veamos.

Para este día teníamos previsto hacer un poco de senderismo por el sendero circular que rodea el embalse de Irabia para conocer un poco el afamado paraje en otoño. En ese mismo lugar también quería conocer las ruinas de la Fábrica de Armas de Orbaizeta porque había leído una novela que hablaba de ella y me hacía ilusión.

  • Somos dos jubiladetes y según nuestro calendario de visitas habíamos previsto ese día para el paseo por Irati. Éramos conscientes de que era viernes, pero no caímos en que además de viernes era 1 de Noviembre, día festivo y primer día de un puente de tres días: craso error.
  • Salimos como siempre temprano, pero como hacía un poco de frío tuve la ocurrencia de ir primero a la fábrica de armas y así, cuando fuéramos al paseo, el sol ya se habría levantado bastante y no pasaríamos frío: craso error.
  • Llegamos a la fábrica sobre las 9:15 y estuvimos un rato paseando por allí, leyendo los letreros informativos y haciendo fotos. Alguna cosa debía olerme cuando en solo media hora aquello se llenó de gente, pero entonces no caí: craso error.
  • Salimos hacia el parking y punto de información de Arrazola, lugar de inicio de las excursiones. La carretera de acceso era una procesión de coches. No exagero nada, íbamos todos en fila. Al llegar al parking lo primero que haces es pagar la tasa de mantenimiento del lugar, 7 € para un turismo normal.
  • Pasada la taquilla un chicarrón del norte nos informó que no se podía pasar al pequeño parking al borde del embalse porque estaba totalmente lleno y habían cerrado el acceso. El parking del propio Arrazona estaba repleto y desviaban los coches que llegaban para que se situaran en todos los llanos accesibles ya entre los árboles.
  • Ante este panorama pregunté al mismo chicarrón qué podían hacer dos abueletes jubilados como nosotros en esa situación. Nos dijo que lo sentía mucho pero poca cosa y que si queríamos nos devolvían el dinero y ya volveríamos otro día.

Entonces y solo entonces caímos en la cuenta de que estábamos en 1 de Noviembre, día festivo y primer día de un puente de tres días. La gente se echó a la calle en masa. Esa fue la concatenación de crasos errores que nos llevó al estrepitoso fracaso de no conocer la Selva de Irati por lo menos hasta nuestra próxima reencarnación. Teníamos el alojamiento hasta el domingo por la mañana en que saldríamos de vuelta a casa, así que no había más posibilidad.

Con el dinero devuelto, con la cola entre las piernas y por hacer algo que diera sentido al día nos dimos la vuelta y fuimos a Roncesvalles para pasar a Francia y dar una vuelta por allí pues el paisaje era muy agradable y «Euskaldunés». Eran las 10:30 y la carretera de acceso a Irati seguía siendo una procesión de coches hacia un aparcamiento que ya no absorbía más ni aunque se pusieran unos encima de otros.

Pasamos por San Juan de Pie de Puerto y nos desviamos por Saint Etienne de Baïgorri para volver a entrar en España por Banca, Aldudes y el bosque de Quinto Real, un hayedo magnífico donde hay otra ruina de otra Real Fabrica de Armas de Eugi, también igual de interesante que la anterior. Por cierto fotógrafos, las fotos turísticas que aparecen en los folletos de las dos fábricas con los arcos en ruinas y el río debajo no se pueden hacer pues hay que meterse en medio del río con traje de buzo.

Eran entonces sobre la una de la tarde y decidimos acercarnos al pueblo de Eugi para comer. Ese fue otro craso error.

El pueblo estaba plagado de coches, no había sitio para dejarlo ni en caminos, ni accesos, ni en los márgenes de la carretera, ni en laderas de las montañas, ni encima de los árboles. El pueblo estaba talmente a reventar. Entramos en no menos de 4 bares o restaurantes. Estaban abarrotados y la respuesta era siempre la misma. Estaba todo lleno y no nos podían atender, ni siquiera hacer unos bocatas porque las cocinas estaban a tope. Ya desesperados y resignados a pasar hambre en el último bar vimos en el mostrador unas patatas bravas y unas cuantas croquetas. Las pedimos con un poco de pan y haciéndonos un favor nos las pusieron en un plato y nos enviaron a la calle a ver si encontrábamos algún sitio para podérnoslas comer. Salimos, y en un banco de piedra dimos buena cuenta de lo único que pudimos encontrar. Mientras en el pueblo seguían llegando coches, coches, coches y coches……..

No, efectivamente no fue nuestro mejor día de excursión. Culpa nuestra, desde luego.

Día 2: día de descanso y preparación de la salida, pero acabó  siendo una visita al Monasterio de Leyre.

Ese día pensábamos descansar un poco de todo el trote anterior, pero para paliar un poco el fracaso absoluto del día anterior a mí se me ocurrió la idea de visitar el no muy lejano Monasterio de Leyre. Recuerdo que de recién casados lo visitamos y quedamos totalmente impresionados por su interior, sobre todo por su sótano o cripta en las que recordaba unas columnas impresionantes en una sala más impresionantes aún.

Esta vez éramos plenamente conscientes de que era sábado 2 de Noviembre y estábamos en medio de un puente, pero igual teníamos suerte. Para ello pusimos una velita a San Fermín adaptando el conocido cántico oración de la siguiente manera:

A San Fermín pedimos,
por ser nuestro patrón,
nos guíe en el encierro,
dándonos su bendición”.
A San Fermín pedimos,
por ser nuestro patrón,
nos libre del tumulto,
dándonos su bendición.

Así que con toda la ilusión del mundo cogí la cámara grande y el trípode y nos fuimos a Leyre con la intención de estar en la puerta una hora antes de la apertura.

A veces Dios existe. Imagino que para solucionar o hacerse perdonar el fiasco del día anterior, hoy si ha bajado el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo y mi querida Madre del Amor Hermoso para acompañarnos.

Nos levantamos tempranito, como siempre, y al salir de garaje nos sorprendió una niebla densa y espesa. Pensamos, otras, niebla en Pamplona, que horror. Pues no, no era en Pamplona, era en Pamplona y en 50 Km a la redonda. Niebla en autopistas y autovías, niebla en el propio Leyre. No se veía el enorme embalse de Yesa, no se veía nada.

Llegamos a Leyre a las 8:45 de la mañana. No había nadie. La entrada abría a las 10:00. Murphy si estaba. Había obras de reacondicionamiento en todo el Monasterio. Todo él, pero cuando digo todo es todo, sus 360º estaban rodeado por una bonita valla metálica de 2 metros de altura que solo permitía fotografiar los tejados y las partes altas. La perspectiva eran desoladoras: niebla y vallas.

Poco a poco, conforme se iba acercando la hora de apertura, iban llegando visitantes, visitantes, visitantes y visitantes, y el caos parecía amenazador, ineludible y terrible. Yo aparqué el primero, pero luego se llenó.

Como es un monasterio benedictino de clausura y en activo el régimen de visitas era un tanto curioso. Al cobrar la entrada te entregan una llave que abre la puerta de la Iglesia y de la Cripta, las dos únicas estancias visitables. Cuando se entra debes cerrar la puerta con llave y así solo entran visitas con llave que han pagado la entrada.

Entonces sucedió el milagro. Yo sabía que lo más interesante de largo era la cripta. Mi mujer y yo teníamos un recuerdo imborrable de ella. Esta vez, quizá la miraba con otros ojos más fotográficos, pero me pareció aún más espléndida. Es pequeñita, 8 x 10m, no más, y soporta por completo la estructura de la iglesia románica (la parte antigua) que hay arriba. Echadle un vistazo en internet porque vale la pena.

Pues bien, todos los visitantes, absolutamente todos, se fueron de visita a la Iglesia mientras mi mujer y yo nos fuimos directos a la cripta. Cerramos la puerta con llave y me dejaron solo, absolutamente solo durante 45 minutos. Yo, mi mujer esquivándome, y la Cripta para mi solo durante 45 eternos minutos. Si eso no es un milagro yo soy político. Hice fotos, muchas fotos, disfruté como un enano. No se oía ni un ruido. Olía a humedad, olía a viejo, olía solemne. Justo cuando le dije a mi mujer que ya no sabía que más hacer y fotografiar se oyó la cerradura y tímidamente entraron hordas de visitantes telefonillo en mano. Me vieron a mí con el trípode y no se atrevían a entrar. Yo les dije que pasaran, que yo ya había acabado, y solo entonces se desparramaron por la sala haciéndose selfies del tipo yo y la columna, yo y el arco, yo y el altar, etc……

Esos 45 minutos fueron mágicos y yo creo que valieron por si solos toda la visita a Navarra. Si tenéis ocasión no os la perdáis. Si os gustan “las piedras” esa cripta es algo sobrecogedor.

Después fuimos a la iglesia, pero era mucho menos interesante salvo por el arcón que acoge los restos de 10 Reyes, 2 Príncipes y 7 Reinas todos bien apretaditos. Yo me colé un rato antes y vi a un montón de monjes con sus túnicas entrar en el templo para cumplir con sus rezos: ya había pasado “maitines” y “laudes” así que esa sería “prima” o “tercia”. Realmente esos monjes viven en otro mundo, no digo que sea mejor ni peor, simplemente es distinto. Naturalmente salí a escape para no molestarlos.

Luego paseamos por los alrededores del Monasterio. La niebla continuaba y no se veía ninguna de las vistas habituales desde esa loma así que nos volvimos a Pamplona, nos metimos en un restaurante colombiano donde nos dieron un plato combinado con una salsa hipermegapicante y nos retiramos al apartamento a preparar los paquetes para la salida al día siguiente en la que, para variar, preveían lluvia para todo el camino, cosa que afortunadamente no sucedió. El servicio Meteorológico de Navarra no da una.

Día 3: de vuelta a casa.

El domingo por la mañana, ya muy cansados y con un poco de penita, nos volvemos a casa con unas cuantas cosas como recuerdos, la retina llena de imágenes (no todas pero si muchas) y, por qué no decirlo”, unas 2.500 fotografías de las cuales muchas son repetidas, otras inútiles, y es posible que hasta alguna aceptable como recuerdo familiar: desecharé, seleccionaré y de todas esas revelaré el RAW con todo mi cariño para después pasarle el lote a mi mujer quien las clasificará renombrará los archivos y organizará un reportaje digno que veremos por lo menos una vez y luego dormirá el sueño de los justos en forma de bits al igual que las miles de diapositivas que pierden color día a día en el fondo de un armario. Tenemos trabajo hasta por lo menos Señana Santa.

Y hasta aquí la crónica de este aniversario en que hemos quedado tan agotados que seguramente ya no haremos algo parecido en las bodas de plata, si llegamos: 2.500 Km en 15 días y paseos diarios de horas puede que no sean nada para unos jovenzuelos de 20 años, pero para unos abueletes de 70 años son toda una prueba de resistencia que solo hemos superado con mucha ilusión y bastante resignación.

Pero, como dicen en las teletiendas, no te retires, que aún hay más.

Esta parte del relato queda absolutamente prohibida para los navarros, así que ni se os ocurra entrar a leer. El resto de telespectadores si que pueden entrar, mirar e incluso sonreir.

Algunos pensaréis que es una exageración acorde con mi estilo narrativo, pero de eso nada. Tengo a mi mujer como testigo, al menos cuando no cerraba los ojos ante el espanto que nos rodeaba.

Mi experiencia en los 2.500 Km hechos por Navarra este otoño.

Introito para ir abriendo boca:

El saber popular dice que los ciudadanos de Euskadi son un poco brutos. No señor, son como angelitos del Señor comparados con los ciudadanos de Navarra.

Tengo el carnet de conducir desde hace 40 años. La verdad es que no he conducido mucho. Soy de esas personas (seguramente pocas) que su personalidad no se ve ni prolongada, ni representada, ni proyectada en una cochazo imponente. Yo utilizo el coche solo cuando es imprescindible y para ir del punto A al punto B, y me basta que me lleve con dignidad y sin ponerme en peligro. Tampoco puedo decir que me haya movido mucho con él, quiero decir que no he hecho (por ejemplo) Barcelona – Cabo Norte y regreso por Vladivostok. Me he movido por Catalunya, por Huesca, por Occitania, por Galicia, por Asturias, por Cantabria, por Euskadi y ahora por Navarra. Mi experiencia con diferentes «projimos» es pues muy limitada.

La verdad es que nunca en mi vida he pasado tanto miedo al volante. He llegado a sentir pánico (y no exagero) sin que pudiera hacer nada por remediarlo.

Me explico un poco:

Pasos cebras:

En ningún sitio he visto un respeto tan escrupuloso por los pasos cebras. Un paso cebra tiene la misma fuerza que un semáforo en rojo con un urbano puesto encima dándote el alto pito en mano. Cuando un navarro automovilista intuye la posible intención de un navarro peatón de acercarse a un paso cebra, el navarro automovilista frena a bastantes metros del paso cebra y deja pasar al peatón, peatones, acompañantes, prójimos y curiosos que hubiera por allí con total seguridad.

Es curioso que el peatón en cuestión se abalanza en el paso cebra sin la más mínima precaución, sin mirar a uno u otro lado, sin mirar si hay coches o motos amenazantes y sin preocuparse de ninguna potencial amenaza del entorno. Mamás con niños, abueletes con bastón, gente leyendo que no desvía la mirada del libro, ¿qué decir si en lugar de un libro es un telefonillo? El peatón es el amo y señor de los pasos cebras. Eso está bien.

En Barcelona, la ciudad en que yo sobrevivo, la verdad es que no se tiene tanto cuidado, pero tanto peatones como automovilistas estamos acostumbrados a que cuando un peatón se acerca a un paso cebra mira a un lado y otro y se inicia un diálogo silencioso con los amenazantes vehículos para, según las circunstancias del tráfico, decidir quien pasa primero. En Pamplona he llegado a ver colas de decenas de coches colapsando vías principales porque el primero de la fila estaba parado esperando a ver que decidía un peatón que pasaba por el paso cebra a ritmo de zapatillas con suela de cianocrilato recién puesto. No lo critico, solo lo expongo.

La primera vez que me paso (ya no hubo una segunda) frené bruscamente delante del paso cebra y el peatón, que solo en ese momento tomó conciencia de que yo estaba allí, se paró sin inmutarse, me miró con odio, levantó la barbilla con aire altivo y con una tez indignada continuó su travesía mientras yo pedía a mi querida Madre del Amor Hermoso que me tragara la tierra.

Rotondas:

En Navarra, como en todos los países civilizados, hay montones de rotondas. Su funcionamiento es muy sencillo y coherente. Sin embargo en Navarra, sobre todo en Pamplona, pero también en los pueblos, una rotonda es lo más parecido a una máquina de picar carne de esas que tienen todas las carnicerías. En una rotonda no entras, te entran. Salir de ella es una mezcla de proeza y heroicidad de dimensiones y audacia colosales. Los automovilistas navarros entran en las rotondas a 10.000 rpm, te adelantan por la izquierda o por la derecha, cruzan los carriles en cualquier momento, y salen por donde les parece sin preocuparse de si han cortado o no a alguien. La sensación de salir triturado por cualquier salida que no sea la tuya solo es superada por la alegría de que si lo consigues des gracias a Dios por haber salido de la empresa con vida. Y así hasta la siguiente rotonda, que siempre está a pocos metros. ¿Y los intermitentes? ¿Qué intermitentes? ¿De qué me está Vd. hablando? Hay de ti desgraciado conductor como se te ocurra dudar más de un microsegundo la salida por donde salir: frenazos, bocinazos, improperios, sapos, culebras y miradas asesinas.

Autopistas:

Igual que en el caso anterior Navarra tiene bastantes autopistas que en muchos de sus tramos son de pago. Son de tal pago que lo prudente es pedirle al GPS que evite peajes pues son incompatibles con sueldominimistas y pensionistas. Pero ese no es el tema.

En las autopistas y autovías la velocidad está limitada a 120 Km/h y efectivamente el automovilista navarro la respeta. Quiero decir que los camiones con doble tráiler y altillo con un total de 25 ejes van a 120 Km/h. El resto de vehículos van a velocidades muy superiores. Está claro que todos los coches navarros deben tener incluido de serie un “compresor warp” (universo StarTrek) que les permite llegar fácilmente a la velocidad de la luz.

En un momento determinado se me ocurrió ir como el abuelete que soy y me puse por el carril derecho de la autopista a 110 Km/h. ¡¡¡Ay Dios lo que se me ocurrió hacer!!! Todos los vehículos que iban detrás de mí me hacían luces (turismos, caravanas, furgonetas, camiones, bicicletas, patinetes, etc….) y seguidamente me adelantaban con furia para luego volver al carril derecho haciéndome todo tipo de señas insultantes por todos los medios posibles, luces, gestos, bocinazos………

Por otra parte las líneas que delimitan los carriles son utilizadas por los automovilistas navarros como “performances” artísticas lineales que decoran las carreteras. Son absolutamente ignoradas por todos y los coches cruzan tres o cuatro carriles delante de ti sin inmutarse y la mayoría de las veces sin utilizar intermitentes, ¿para que?

Mi mujer, al lado mío, llegaba a cerrar los ojos aterrorizada. Yo, como estaba al volante, no podía, pero ganas no me faltaban.

Haciendo un esfuerzo de memoria creo que en toda nuestra estancia he adelantado a dos coches. El resto de vehículos: turismos, furgonetas, y camiones de todos los tonelajes me han adelantado a mi.

Adelantamientos y carriles lentos:

Es consecuencia de lo anterior y por ello se puede suponer. Cuando en una subida hay un carril lento y este se acaba hay que incorporarse todos a un único carril. Como el automovilista navarro intuya que delante del coche que va por el carril lento (el mío) y el vehículo que va delante cabe su coche más 5 cm, el automovilista navarro no duda ni un solo instante poner 3ª o 2ª marcha, revolucionar el coche por encima de las 10.000 rpm y plantarse delante de ti cortándote la marcha como un cuchillo caliente en un bloque de mantequilla y pegándote un susto de muerte.

En adelantamientos el procedimiento y la liturgia es la misma, pero con mucho más peligro por la naturaleza de la maniobra. Simpatiquísima es la tradición, incluso en carreteras comarcales y pequeñas de tener el vehículo “perseguidor” a 5 cm de tu parachoques trasero invitándote sutilmente a desaparecer de en medio. Eso sucede con turismos, pero igualmente con camiones de gran tonelaje y no sabéis lo que impone ver por el retrovisor un rotulo de “AINACS” o «FAD» con 1.000 caballos detrás.

Intuyo que los conductores navarros deben tener prótesis y y mejoras biónicas que les permitan las terribles aceleraciones que sufren a la vez que potencian sus reflejos para hacer tan bruscas y cortantes maniobras sin despeinarse.

Verbigracia:

En una carretera de montaña en la que yo no iba despacio se me pegó a 5 cm un camión azul que me amenazaba con destellos. En un pueblecito me aparté como pude y lo dejé pasar. Al hacerlo pude comprobar que era un camión con remolque (3 ejes en el camión y 3 en el remolque). Iba vacío, es verdad, pero corría más que yo. En otra ocasión, también en carretera de montaña y con una pendiente hacia arriba de no menos del 15% se me pegó detrás un turismo enloquecido que me hacía luces. En la primera recta lo dejé pasar y al hacerlo vi que el conductor era un abuelete bastante más abuelete que yo. Está claro que los navarros tienen algo en el ADN, algo que no tenemos los demás.

Disuasores de velocidad:

Imagino que conocedor de todo lo anterior el “Lendakari” de Urbanismo ha sembrado Pamplona y sus alrededores de todo tipo de elementos disuasorios tipo “joroba de camello”. Los tienen de muchos tipos: hay jorobas anchas de dos ruedas, de 3m a 5m de largo, que producen un elegante y lánguido salto, los hay también de dos ruedas con ancho de 1m que producen un salto mucho más alegre y encabritado, y también los hay de dos ruedas pero estrechos, de 0,5m, que producen un sorprendente bote del tipo visto y no visto. Pero sin duda los más desagradables son las jorobas de una sola rueda compuestas por placas sobresalientes de suelo con anchura inferior al tren de dos ruedas de un coche normal. Estos producen un salto lateral enloquecido como si nuestra montura hubiera visto una venenosísima serpiente cascabel en el asfalto. En cada uno de ellos, por muy despacio que pasara mi mujer se resentía de sus vértebras.

Todos estos elementos, o al menos algunos de ellos, están presentes en las ciudades y pueblos de todas nuestras Españas.  Lo sorprendente del caso “Iruñes” es su enorme proliferación y variedad en las calles de Pamplona. Las hay cada pocos metros y su distribución parece aleatoria, sin duda para desarmar las defensas del conductor. Desde luego cumplen “a lo bestia” la función disuasoria de la tendencia natural de los locales de utilizar el motor “warp” incluso en la zona urbana, pero convierten la ciudad en una enloquecida montaña rusa con alto riesgo de mareo y vomitera y hernias discales nuevas o recidivas. Mi mujer “goza” de unas cuantas hernias de esas y no lo digo de broma, se vio seriamente afectada por el asunto. No exagero ni un pelo si digo que desde “casa” en Barañain” hasta salir fuera del area metropolitana de Pamplona podemos dar entre 50 y 100 saltos según la dirección. Es sorprendente la habilidad de los locales para pasar sobre ellos, incluso los más pequeños, con las dos ruedas por encima en una colimación sublime para minimizar los daños en la suspensión. Los talleres de cambio de amortiguadores se deben frotar las manos.

El caso más cruel que recuerdo era una de esas jorobas uni-rueda de una longitud de 1 metro situada junto (al lado) de una joroba bi-rueda pero de 50 cm de longitud. Era imposible pasar por encima sin destrozar muelles, amortiguadores y pasajeros. Como digo, el lendakari de urbanismo conoce perfectamente el ADN de sus congéneres.

Limitaciones velocidad:

Supongamos que en una zona, dentro de un túnel por ejemplo, existe una limitación a 80 Km/h. Semejante limitación será leída por el inquieto automovilista navarro como que la velocidad mínima posible es de 85 Km/h (por la tolerancia de los velocímetros de los coches) y la velocidad máxima es ilimitada y solo restringida por el número de radares que haya por la zona.

Hay de ti conductor extranjero como se te ocurra ir tranquilito a 70 Km/h en una zona con limitación a 80 Km/h. Las más horribles desgracias en forma de aspavientos, luces y bocinazos caerán sobre ti como las siete plagas del Egipto Bíblico enarboladas por el vengativo Dios del Antiguo Testamento.

En las autopistas sucede exactamente igual, solo que entonces el mínimo es 125 Km/h (por aquello de la tolerancia del velocímetro).

El día de la visita a Leyre me permitió comprobar que con niebla intensa y visibilidad reducidísima los navarros se moderan. A todo lo anterior me atrevería a quitarle 10 Km/h, no más.

Obras:

El navarro es una persona hacendosa y le gusta tener su entorno arregladito. Es por ello que un montón de carreteras tienen obras. Ello obliga a que los GPS’s de los extranjeros escojan rutas alternativas de lo más imaginativas y sorprendentes. Una vez el Google Maps GPS escogió para nosotros una vía alternativa que resultó ser una carretera de acceso a un parque eólico de Iberdrola. Un paisaje estupendo, pero con un ancho de asfalto sin arcén en el que cabían 1,05 coches. Mi mujer disfrutó del paisaje pero yo me pasé los 15 Km rezando para no encontrarme de frente con el coche de otro incauto que hubiese recibido la imaginativa sugerencia de su GPS en sentido contrario.

Me parece de justicia aclarar que cuando la ruta está libre de obras la misión de dificultar la circulación recae en las maquinitas de cortar la yerba en los arcenes y márgenes. Es habitual ver sus centelleantes luces amarillas destacando a kilómetros de distancia antes de que se formen las inevitables colas por el estrechamiento de la calzada.

Ambas cosas enervan de tal manera el ya de por si enervable carácter del navarro automovilista de modo que durante ese periodo de restricciones velocísticas la antimateria que alimenta el motor “warp” incorporado en todos los vehículos recarga energía y la mejor imagen que se me ocurre para describirlo es que cuando la dificultad desaparece el coche de delante desaparece como cuando Chewbacca pisa el acelerador del Halcón Milenario y salen despedidos a velocidad luz dejando solo una estela de luces rojas.

Arbolitos en los márgenes de las carreteras:

Es muy habitual encontrarse con que las diferentes vías de todo tipo están flanqueadas con hileras de arbolitos ya de cierta edad con alturas de unos 6m, 3m arriba o abajo. Imagino que deben cumplir una doble función estética y de aislamiento visual y acústico. Visto desde fuera una carretera parecerá como el cauce de un río y no se verá ni un metro del feo asfalto. Visto desde dentro el automovilista parece que circule dentro de un túnel verde. Supongo que eso está bien o es indiferente para el local, pero al turista le priva totalmente de ver el entorno y no sabes si estás circulando entre frondosas viñas, campos de cultivos, planicies o montañas. Mi mujer se ponía de los nervios. A mi no me afectaba tanto pues la conducción requería mis seis sentidos para sobrevivir en la vorágine descrita en los anteriores puntos.

Ayudas electrónicas coche:

Esto solo es achacable a mi choche, supongo. Es solo un detalle, pero no ayuda. En nuestra visita a Navarra tuvimos algunos días de lluvia continua y niebla intensa. En algunas ocasiones las ayudas electrónicas que ahora llevan los coches fallan porque las cámaras se quedan sin una visión clara del entorno. Eso es normal y aceptable. Lo que no es aceptable es que, por ejemplo, cuando la cámara “anticolisión” se queda ciega la IA del coche te advierta a toda pantalla que el sistema no funciona eliminando todo el resto de indicaciones y parámetros de la marcha. El pantallazo no se va de ahí hasta que la susodicha cámara vuelve a tener visión, porque se ha secado por el aire o por lo que sea. Da la impresión de que la IA quiere desprenderse de su responsabilidad y lo más importante del mundo sea avisarte que si te estrellas la culpa es única y exclusivamente tuya.

Está claro que el diseñador del software no ha utilizado nunca un coche con ese software, pues nadie en su sano juicio programaría un algoritmo así. Realmente a la mayoría de los programadores informáticos, antes de darles el título, habría que pasarles una análisis psicológico para garantizar su solvencia mental.

Corolario:

Y ya está, así se acaba la historia de nuestra pequeña aventura. Solo se me ocurre añadir que muchas guías de visita, camareros de restaurantes, y personal diverso, quedaban absolutamente asombrados cuando decíamos que veníamos a conocer Navarra en nuestro 45 aniversario de boda. No se podían creer que en estos tiempos eso fuera posible, e incluso alguno nos llegó a decir sorprendido: ostras, es verdad que el amor aún existe.

Pues si, existe, doy fe de ello.

Me vuelvo a casa con 90 GB de fotos, unas 3.000 fotos RAW y JPG. De ellas muchas son repetidas, otras muchas desechables. Lo primero será seleccionar las más o menos aceptables, después revelar las RAW, y luego pasárselas a mi mujer para que las clasifique, la renombre, las ordene y componga un pequeño reportaje que sea aguantable aunque sea solo por nosotros como recuerdo. Será un trabajo inmenso, pero lo iré haciendo poco a poco.

He utilizado como cámara viajera la diminuta Sony RX 100 IV, que para la faena es razonable a pesar de su infame ergonomía. No obstante, y aunque sea solo como curiosidad reitero, aseguro, afirmo y juro que en angular (24mm) es muy buena, pero en tele (70mm) es infame y solo sirve para emergencias. Pasar de 50 mm es un compromiso casi inaceptable.

Adolfo, 4 de Noviembre del 2024.

Nota tonta: si, es verdad, me ha salido un poco largo.

adolfo

8 comentarios

  1. Pensaba darle un vistazo en un momento que tenía libre, pero buscaré un rato largo para leérmelo entero. Felicidades.

  2. Muchas felicidades por.
    No se preocupe de la calidad de las fotos. Son fotos de recuerdo, y su función la cumplirán al 100%.

    Si que ha salido algo largo el artículo, (1h03 de lectura), afortunadamente, los navegadores tienen función de lectura en voz alta. Asunto resuelto.

    Saludos.

  3. Wow, cuarenta años ya de casamiento!!!! Mi más sincera y alegre felicitación para ti Adolfo y esposa. A partir de esta fecha creo que la entrada a bares y museos debería ser gratis, la entrada y salida de las rotondas preferente y las excursiones bajo palio, en prevención de chubascos. Muy divertida vuestra aventura y de ella voy a sacar muchas enseñanzas. La primera que cuando celebre mi aniversario de bodas yo me voy de crucero. Conduciré hasta el puerto y luego a la vuelta del puerto a casa y punto. Me agobian los atascos, no soporto el incivismo del resto de conductores y me asquea pagar por conducir, como si no nos frieran ya a impuestos de todo tipo. En fin, reiterarte mis felicitaciones y ahora descansa y suelta el estrés del viaje, que si da alegría viajar, creo que da más alegría volver a casa entero. Un abrazo.

  4. Felicitaciones a Adolfo y señora.
    Magníficas descripciones de todas las rutas realizadas.
    Un cordial saludo desde Tenerife.

  5. Estupendo mini resumen, se puede decir mas alto pero no mas claro.
    Me alegro de que hayáis disfrutado.
    Un saludo

  6. Muchas felicidades, Adolfo. Y gracias por este artículo tan entretenido, lo he pasado pipa.

  7. Este artículo es una guía completa para el viajero.
    Los viajes no acaban cuando uno vuelve a casa, a partir de entonces se medita, se escribe, se recuerda, re revisan las fotos y se disfruta recordando incluso los malos momentos.
    Felicidades por el aniversario.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.