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Galerías propias de este otoño del 2024: para que me olvidéis un poquito menos en estos tiempos poco afortunados para mi mujer y para mí.

Todas juntas, para los ansiosos que no pueden esperar ni leer más de 128 caracteres seguidos sin sufrir una parada cardiorespiratoria.

Sol otoñal, más o menos.

Y ahora para los más sosegados, hola a todos:

Con el maligno y malvado propósito de que me olvidéis un poquito menos en estos días de “forzadas vacaciones” os voy a poner unas cuantas fotos de este otoño que hasta ahora no había podido montar en la WEB por las razones que todos conocéis.

Como sabéis este otoño subimos a mis queridas montañas y en las dos últimas semanas de octubre fuimos a conocer Navarra, que a pesar de su cercanía con este atribulado rincón de todas las Españas no conocíamos. Pretendíamos así celebrar nuestros 45 años de matrimonio al igual que hace 5 años celebramos conociendo Euskadi en nuestro 40 aniversario.

Las galerías que os muestro son fotos del entorno de Valle de Benasque, unas cuantas en color y otras en blanco y negro, que ya sabéis que a mí me encanta.

Después hay tres galerías de nuestro viaje a Navarra. Son solo de tres lugares muy especiales y dignos de ser fotografiados con una cámara buena. Así pues, todas las galerías que os muestro están hechas con la Fuji GFX 100S y reducidas a unos “miserables” 1920 pixels para que quepan en la WEB.

Como fotos de recuerdo del viaje me traje un montón, pero hechas con la Sony RX100 IV que es mucho más llevadera. Desechando las inservibles me han quedado 1.157 que he revelado y retocado en RAW (una verdadera paliza) y que ahora están a la espera de clasificación para montar un reportaje que al menos nosotros soportemos aunque sea una sola vez. De eso se encarga, se encargará, mi mujer cuando se vea con ánimos.

El hombre del tiempo, siempre caprichoso él, hizo que en nuestra estancia en Benasque a primeros de octubre el otoño no hubiera empezado apenas. Cuando volvimos de Navarra a primeros de noviembre el otoño ya había pasado y los paisajes interesante ya habían desaparecido. Estaba todo muy feo. Sin embargo en Navarra el otoño iba bastante retrasado y las imágenes idílicas de los hayedos del norte de la provincia se hicieron esperar tanto que apenas los vimos, salvo alguna honrosa excepción.

A finales de noviembre los problemas de espalda de mi mujer fueron empeorando muy rápido y eso nos obligó a bajar a Barcelona precipitadamente sin ver un solo copo de nieve. La gran nevada cayó a la semana siguiente.

Las dos primeras galerías son de mis queridas montañas y su entorno. Son fotos de las que suelo hacer yo, mediocres donde las haya, porque ni puedo ni las sé hacer más ni mejor. Ya os he contado que el “otoño guapo” nos pilló desubicados, aunque eso no es más que una excusa de mal pagador.

Son estas:

Otoño 2024: color Fuji GFX 100S

Otoño 2024: BN Fuji GFX 100S

Para las otras tres voy a utilizar fragmentos de la nada breve crónica que ya os conté el 4 de noviembre, recién terminado el viaje. Era esta:

Ftc 4-11-2024: Cronica de nuestra visita a Navarra – 45 aniversario de boda

Día 27: Sierra de Aralar/Hayedo de Aralar

El día 26 por la tarde fuimos a visitar el Santuario de Miguel de Aralar pero no pudimos entrar. Algún malnacido, probablemente el mismo que me ralló el coche en Olite, seguro que fue el mismo, ese mismo día de madrugada le tiro un cubo de gasolina a la puerta de madera y le prendió fuego. La puerta, cumpliendo con su misión, se incendio y llenó de espeso humo negro todo el portal, fachada e interior. La gente que vive allí, en un bar adyacente, gastó cuatro extintores en apagar el fuego que afortunadamente no pasó a mayores, pero ahumó toda la entrada y lo dejó todo hecho un asco. Ese fue el motivo para que no dejaran entrar visitas ese día y hasta que no limpiaran el estropicio y el acceso quedara decente. Nosotros nos encontramos allí con una patrulla de la policía foral de Navarra que controlaban el tema y acordonaban el lugar del crimen.

Para llegar al Santuario hay una pequeña carretera de 17 Km desde Lekumberri hasta el templo, carretera que discurre por la Sierra de Aralar. El paisaje es básicamente un hayedo inmenso con unos escenarios de ensueño a lado y lado de la carretera. Estamos en otoño, y así escogimos nuestro viaje, pero el paisaje superó todas nuestras expectativas. En particular, y a pocos km del Santuario, hay una zona de “picnic” con un paisaje que ni de encargo se podía superar, hasta tal punto que al día siguiente 27, que teníamos previsto ir a comer a Zarautz, al restaurante/hotel de Karlos Arguiñano, y pasábamos también por Lekumbrerri, nos levantamos temprano, cogí la cámara grande (la Fuji GFX) y nos plantamos en el hayedo a las 9 de la mañana.

Ese día, de la mano de mi querida Madre del Amor Hermoso, se me apareció Dios en forma de paisaje: una alfombra de hojas de haya bien mojadas por las lluvias de los dos días anteriores, musgos verdes de varios tipos y brillo fluorescente, troncos de árboles plagados de ese musgo, tocones de pesebre que ni el mejor “atrecista” del mundo habría sabido hacer mejor, y para completar el panorama una niebla no demasiado espesa que poco a poco fue subiendo del valle hasta inundarlo todo dando un ambiente lóbrego y fantasmagórico al conjunto. Si lo hubiera encargado no habría salido mejor.

No sé si me sabré explicar bien, pero con la cámara y el trípode y mi mujer aguantando el paraguas porque aunque no llovía de las inmensas hayas goteaba bastante agua, me sentí pequeño, miserable e indigno en medio de tanta belleza, incapaz de plasmarla adecuadamente.

Yo, ateo irredento desde que salí de los Hermanos Maristas, le rogué a ese Dios en el que no creo diciendo así: Señor, ya se que soy indigno para gozar de este lugar, pero ya que estoy aquí dame al menos inspiración para no malograr tu obra con fotos mediocres. Hice lo que puede y lo que supe, pero naturalmente ese Dios distante e indiferente a las miserias humanas no me escuchó y las fotos fueron como siempre mediocres, dignas de mi, pero indignas y crueles con el paisaje excelso que intentaba plasmar.

Si algún día, en algún otoño, os animáis a ir por allí, coged la mejor cámara que tengáis y plantaros aquí Google Maps: Sierra de Aralar. No os arrepentiréis, os lo aseguro.

Navarra: Sierra de Aralar – octubre 2024 Fuji GFX 100S

Día 28: Hayedo Otzarreta

Hayedo de Otzarreta:

Al día siguiente y para aprovechar el “instante y la magia” del día anterior fuimos al Hayedo de Otzarreta, el hayedo más conocido de Euskadi y seguramente de todas las Españas. Probablemente también el más fotografiado. La alegría dura poco en la casa del pobre. En esta ocasión mi querida Madre del Amor Hermoso no me acompañó, tampoco su hijo Jesucristo, ni el Dios Padre que estaba ocupado en otros menesteres. Solo apareció el Espíritu Santo que seguramente estaba de guardia y vino de mala leche. También vino Satanás y su asistente Murphy, siempre al quite.

El hayedo en cuestión es un terreno pequeño, del orden de 200m de largo y unos 100m de ancho. Habrá un centenar de hayas, como mucho. Es un escenario de “belén”, de ensueño en las condiciones adecuadas. Los árboles son antiguos y majestuosos. Tal vez en un inicio tuvieron un aprovechamiento de la madera y por ello se podaron mucho. Después puede que se dejara de hacer y por ello ahora tienen un tronco ancho y macizo y luego unas ramas esbeltas, verticales y muy despejadas.

Hete aquí una relación de hechos que justifican mi relato y valoración no demasiado alegre:

  • El otoño estaba muy retrasado en esa zona y las hayas aún tenían la mayoría de las hojas y ni siquiera tenían el característico tono marrón/ocre. Pero eso no fue lo peor.
  • El lecho de hojas en el suelo era pues de las hojas del año pasado y en lugar de tener un tono ocre/rojizo recién caído tenía un tono marrón pálido y gris sucio y feo. Pero eso no fue lo peor.
  • Las lluvias de los últimos días convirtieron ese “presuntamente  idílico” tapiz de hojas en un barrizal asqueroso con la consistencia de un chocolate muy espeso y en el que a pesar de llevar botas de montaña nos hundíamos hasta los cordones. Además, moverse por las pendientes era un ejercicio de riesgo con la más que cierta posibilidad de caerse y quedar embadurnado como una croqueta justo antes de freír. Pero eso no fue lo peor.
  • Es un hayedo muy famoso y conocido. Quizás la foto más chula de él es la que hizo José Benito Ruiz y que aparece en la portada de su libro Composicion en fotografia: el lenguaje del arte. Fuimos un lunes y estábamos allí a las 9 de la mañana. Estaba nublado y la luz era difusa. Ideal para fotografía. Prometedor, ¿verdad? Pues las apariencias engañan y tampoco eso fue lo peor.
  • Uno, en su santa inocencia, pensaba que un lunes laborable y en medio del otoño en temporada baja no habría nadie por allí. Craso error. Satanás y Murphy se partían el pecho descuajaringándose de risa en el infierno. La misma idea que yo la tuvieron otros 14 fotógrafos aficionados, todos con cámaras serias y trípode, además de un fotógrafo profesional con una pareja de novios, él de etiqueta y ella con traje blanco de novia precioso (y botas de montaña) que con un flash y un paraguas buscaban rincones chulos para hacer unas fotos más chulas aún. Algunos fotógrafos llevaban unas cazadoras o sudaderas rojo fosforito, aunque otros iban más discretos con cazadoras, anoraks, o impermeables azul o verde oscuro. Todos nos mirábamos con recelo, por no decir cosas peores. Y si, eso sí fue lo peor.
  • ¿Os imagináis un terreno un poco más grande que un campo de futbol plagado de 15 coloreados fotógrafos evitándose entre si? Difícil ¿verdad? Pues no, no fue difícil, fue imposible. La sesión de fotos fue un “slalom gigante” entre hayas, unos y otros buscando encuadres imposibles donde no saliera ningún otro fotógrafo. Ni que decir tiene que todos los intentos fueron infructuosos. Nos molestábamos continuamente y las composiciones que lográbamos no eran ni mucho menos las mejores. La interacción, en este caso, fue nefasta: algunos se aburrieron y se marcharon enfadados, otros de dedicaron al macro fotografiando setas o el musgo que crecía en la base de los arboles. Eso si, actuamos como gente civilizada: no nos arañamos, no nos pegamos, no nos insultamos, no nos matamos (habría sido imposible arrastrar un cadáver por semejante barrizal), pero la sensación de frustración era evidente en todos. Hicimos lo que pudimos, pero ninguno pudo hacer lo que quiso o había pensado hacer. El anhelo de tomar verdaderas obras maestras se perdió para siempre como lágrimas en la lluvia.

Aún así, lo contado en el párrafo anterior sigue siendo válido:

Señor, ya sé que soy indigno para gozar de este lugar, pero ya que estoy aquí dame al menos inspiración para no malograr tu obra con fotos mediocres.

Navarra (Bizkaia): Hayedo de Otzarreta – Octubre 2024 Fuji GFX 100S

Día 2: día de descanso y preparación de la salida, pero acabó  siendo una visita al Monasterio de Leyre.

Ese día pensábamos descansar un poco de todo el trote anterior, pero para paliar un poco el fracaso absoluto del día anterior a mí se me ocurrió la idea de visitar el no muy lejano Monasterio de Leyre. Recuerdo que de recién casados lo visitamos y quedamos totalmente impresionados por su interior, sobre todo por su sótano o cripta en las que recordaba unas columnas impresionantes en una sala más impresionantes aún.

Esta vez éramos plenamente conscientes de que era sábado 2 de Noviembre y estábamos en medio de un puente, pero igual teníamos suerte. Para ello pusimos una velita a San Fermín adaptando el conocido cántico oración de la siguiente manera:

A San Fermín pedimos,
por ser nuestro patrón,
nos guíe en el encierro,
dándonos su bendición”.
A San Fermín pedimos,
por ser nuestro patrón,
nos libre del tumulto,
dándonos su bendición.

Así que con toda la ilusión del mundo cogí la cámara grande y el trípode y nos fuimos a Leyre con la intención de estar en la puerta una hora antes de la apertura.

A veces Dios existe. Imagino que para solucionar o hacerse perdonar el fiasco del día anterior, hoy si ha bajado el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo y mi querida Madre del Amor Hermoso para acompañarnos.

Nos levantamos tempranito, como siempre, y al salir de garaje nos sorprendió una niebla densa y espesa. Pensamos, otras, niebla en Pamplona, que horror. Pues no, no era en Pamplona, era en Pamplona y en 50 Km a la redonda. Niebla en autopistas y autovías, niebla en el propio Leyre. No se veía el enorme embalse de Yesa, no se veía nada.

Llegamos a Leyre a las 8:45 de la mañana. No había nadie. La entrada abría a las 10:00. Murphy si estaba. Había obras de reacondicionamiento en todo el Monasterio. Todo él, pero cuando digo todo es todo, sus 360º estaban rodeado por una bonita valla metálica de 2 metros de altura que solo permitía fotografiar los tejados y las partes altas. La perspectiva eran desoladoras: niebla y vallas.

Poco a poco, conforme se iba acercando la hora de apertura, iban llegando visitantes, visitantes, visitantes y visitantes, y el caos parecía amenazador, ineludible y terrible. Yo aparqué el primero, pero luego se llenó.

Como es un monasterio benedictino de clausura y en activo el régimen de visitas era un tanto curioso. Al cobrar la entrada te entregan una llave que abre la puerta de la Iglesia y de la Cripta, las dos únicas estancias visitables. Cuando se entra debes cerrar la puerta con llave y así solo entran visitas con llave que han pagado la entrada.

Entonces sucedió el milagro. Yo sabía que lo más interesante de largo era la cripta. Mi mujer y yo teníamos un recuerdo imborrable de ella. Esta vez, quizá la miraba con otros ojos más fotográficos, pero me pareció aún más espléndida. Es pequeñita, 8 x 10m, no más, y soporta por completo la estructura de la iglesia románica (la parte antigua) que hay arriba. Echadle un vistazo en internet porque vale la pena.

Pues bien, todos los visitantes, absolutamente todos, se fueron de visita a la Iglesia mientras mi mujer y yo nos fuimos directos a la cripta. Cerramos la puerta con llave y me dejaron solo, absolutamente solo durante 45 minutos. Yo, mi mujer esquivándome, y la Cripta para mi solo durante 45 eternos minutos. Si eso no es un milagro yo soy político. Hice fotos, muchas fotos, disfruté como un enano. No se oía ni un ruido. Olía a humedad, olía a viejo, olía solemne. Justo cuando le dije a mi mujer que ya no sabía que más hacer y fotografiar se oyó la cerradura y tímidamente entraron hordas de visitantes telefonillo en mano. Me vieron a mí con el trípode y no se atrevían a entrar. Yo les dije que pasaran, que yo ya había acabado, y solo entonces se desparramaron por la sala haciéndose selfies del tipo yo y la columna, yo y el arco, yo y el altar, etc……

Esos 45 minutos fueron mágicos y yo creo que valieron por si solos toda la visita a Navarra. Si tenéis ocasión no os la perdáis. Si os gustan “las piedras” esa cripta es algo sobrecogedor.

Después fuimos a la iglesia, pero era mucho menos interesante salvo por el arcón que acoge los restos de 10 Reyes, 2 Príncipes y 7 Reinas todos bien apretaditos. Yo me colé un rato antes y vi a un montón de monjes con sus túnicas entrar en el templo para cumplir con sus rezos: ya había pasado “maitines” y “laudes” así que esa sería “prima” o “tercia”. Realmente esos monjes viven en otro mundo, no digo que sea mejor ni peor, simplemente es distinto. Naturalmente salí a escape para no molestarlos.

Luego paseamos por los alrededores del Monasterio. La niebla continuaba y no se veía ninguna de las vistas habituales desde esa loma así que nos volvimos a Pamplona, nos metimos en un restaurante colombiano donde nos dieron un plato combinado con una salsa hipermegapicante y nos retiramos al apartamento a preparar los paquetes para la salida al día siguiente en la que, para variar, preveían lluvia para todo el camino, cosa que afortunadamente no sucedió. El servicio Meteorológico de Navarra no da una.

En esta ocasión, lo contado en los párrafos anteriores cobra todo su significado. Ciertamente es obra de hombre, pero tal parece obra del mismísimo Dios.

Señor, ya se que soy indigno para gozar de este lugar, pero ya que estoy aquí dame al menos inspiración para no malograr tu obra con fotos mediocres.

Navarra: Monasterio de Leyre – octubre 2024 Fuji GFX 100S

adolfo

4 comentarios

  1. La calidad de las imágenes es excelente. Pero más interesante me parece el ojo que las caza. Tienes algunas a las que aplaudo especialmente en cuanto a concepto y composición.

  2. Preciosas fotos, las de los árboles me gustan especialmente, mirar estas imágenes te traslada al sitio mismo, que gozada.
    Muchas felicidades por la galería y mis mejores deseos para 2025 con salud para todos.

  3. Magníficas fotografías, Adolfo.
    Muchas salud y suerte en el venidero 2025.

  4. Buena idea lo de la cripta. Me lo apunto.

    No veo fotos de su cámara viajera. Creo que resulta que es mejor idea hacer viajera la cámara buena, que comprar una segunda cámara.

    Si yo dijera: «la próxima vez que venga a Machu Pichu, me traigo la camara buena», seguro que me llamarían cosas feas. Y me lo merecería.

    Sobre que no hay fotos dignas de concurso… no hay que despreciar el factor suerte. Pillar a una ardilla al amanecer, bostezándole al sol, no es habilidad.

    Sus fotos son buenas, son fotos que no están hiperprocesadas, y no ha hecho 10 millones de fotos por tanda, no ha estado el mes entero esperando el sol perfecto, y no considera HDR como arte…

    Yo me conformaba con hacer iguales. Me estoy planteando una visita a ese barrio.

    Un saludo.

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