Sin palabras, que son dos imágenes.
Inicio de la digresión:
Imaginemos que nuestro insigne Rey Borbón Felipe VI un día se despierta y piensa: “coño” (si en castellano cualquier pensamiento o idea empieza con ese taco), con las amenazas externas, los aranceles y el espíritu belicoso que impera, estaría bien que España tuviera una posición común, una posición de estado que le permitiera pisar fuerte en el mundo. Y entonces, ni corto ni perezoso, invitara a comer a Sanchez, a Feijóo, a la patronal, a los sindicatos y hablaran del asunto. Tampoco serían tantos y la cocina de La Zarzuela seguro que podría con ello.
Imaginemos que nuestro insigne Rey Borbón Felipe VI un día se despierta y piensa: “coño” (si en castellano cualquier pensamiento o idea empieza con ese taco), con el problemón que tenemos con la vivienda y el alquiler que va a provocar más pronto que tarde una revolución en las calles, estaría bien que el Gobierno de todas las Españas tuviera una posición de estado que favoreciera al más desgraciado sin perjudicar a los propietarios y enviara al fondo del mar a los Fondos Buitres que solo buscan beneficios sin aportar nada y a costa de lo que sea. Y entonces, ni corto ni perezoso, invitara a comer a Sanchez, a Feijóo, a la patronal, a los sindicatos y hablaran del asunto. Tampoco serían tantos y la cocina de La Zarzuela seguro que podría con ello. Incluso Leticia podría hornear unas pastitas para el café y podría ser una reunión provechosa.
El papel de Rey Pasmado que la Sacrosanta Constitución otorga a nuestro Jefe del Estado no es más que una excusa de mal pagador que le va la mar de bien a Felipe para no dar ni un palo al agua y para vivir como un “Él”.
No sería más que una comida entre amigos y a mi me caería mucho más simpáticos.
Fin de la digresión.
Perdón si molesté a alguien.
PD: para temas más complejos, si es que los hay, estoy seguro que algún parador de turismo en algún lugar paradisíaco y aislado estaría encantado de acoger durante un fin de semana a tan ilustres visitantes.
Al rey se le tiene capado constitucionalmente porque no interesa a ningún partido, mucho menos a los actuales gobernantes, que tenga un papel activo y largue lo que no quieren oir o que se oiga.