Carta de amor desde un corazón destrozado.
Hola cariño. Tu no me conoces, pero yo a ti, si.
Ya tengo 56 años, pero confieso que me he vuelto a enamorar. Me gustan tus formas, me gusta tu textura, me gustan tus botones, me gusta tu sonido, me gusta tu «ojo», sobre todo el híbrido, me gusta tu ropa, me gusta tu diseño, me gustan tus «tripitas», me gusta, y mucho, lo que dicen de ti los pocos que han tenido la fortuna de conocerte.
Me encanta que tengas un objetivo tan especial. Me encanta que tengas un rendimiento soberbio y casi plano a todos los diafragmas. Me encanta tu ínfima distorsión y viñeteo. Me encanta que estés libre de las feas aberraciones cromáticas. Me encanta que tengas un sensor diseñado específicamente para tu objetivo. Me encanta que tus tripitas electrónicas traten con tanto cariño los fotones y los bits como para acabar dando unas imágenes casi perfectas.
Me encanta todo de ti, menos que seas tan rígida.
Yo buscaba una compañera para ir siempre con ella a todas partes. Pero no va a poder ser. Eres tan perfecta, como poco versátil. Tu principal virtud, es también tu principal limitación.
Mira cariño:
Algún día necesitaré más angular. Hay cosas muy grandes por ahí. Y tu no me lo podrás dar.
Algún día, al componer y encuadrar, necesitaré alguna focal más corta o más larga, sin necesidad de acercarme o alejarme al sujeto y variar así la perspectiva. Y tu no me lo podrás dar.
Ya ves, soy un egoista, lo reconozco. Pero así son las cosas. Te quiero con locura, pero lo nuestro es imposible. Con todo mi sentimiento, adiós, y que te vaya muy bien.
Siempre tuyo.
Adolfo.
Nota: Mañana iré a Sonimag y te lo diré en persona.